En los últimos 30 años, un tercio del territorio de Bolivia ha sido modificado, debido principalmente al cambio de uso de suelos para actividades agrícolas, pecuarias y agroindustriales; a la tala indiscriminada de bosques; a las grandes iniciativas de desarrollo o megaproyectos que se implementan sin recaudos ambientales, a los procesos de colonización espontáneos y a la falta de gestión ambiental urbana en relación al tratamiento de aguas residuales y de residuos sólidos, según un boletín informativo de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema).
Estas actividades han ocasionado la degradación de la vegetación y de los suelos y son el origen de impactos críticos en la calidad ambiental en las diferentes regiones del país, tanto en el Altiplano, como en los Valles y las Tierras Bajas.
De las 34 millones de hectáreas altamente modificadas (un tercio del país), se calcula que unos 10 millones corresponden a regiones deforestadas, principalmente en las Tierras Bajas, señala la investigación “Primera aproximación a un inventario de unidades ecoregionales amenazadas en Bolivia”, publicada el 2011, por Lidema. Para orientar mejor a la población en general desarrolló, éste 2013, un mapa interactivo en el que se observa un inventario de las amenazas -clasificadas como vulnerable, crítica y muy crítica- que atraviesa el país.
BOSQUES POR CULTIVOS
Las tierras deforestadas fueron destinadas a distintos usos: cultivos, sistemas agroforestales, campos pecuarios en fincas o tierras comunales, espacios de pastoreo y zonas de colonización. Se estima que en la a década de los 60, la superficie de bosques en Bolivia alcanzaba a más de 60 millones de hectáreas, la cual disminuyó en 1975 a 56 millones. Para el 2005, esta cifra descendió más aún, alrededor de 50 millones de hectáreas, es decir el 47 % del territorio nacional.
La deforestación en diversos departamentos ha llegado a impactar a ecosistemas de alta fragilidad y a regiones húmedas de montaña, poniendo en riesgo a zonas productoras de agua. Por ejemplo, en varias zonas de los Yungas de La Paz, y al oeste de la ciudad de Santa Cruz, zona que rodea el río Piraí.
El cultivo de la soya a escala industrial ha contribuido en un 60%, constituyéndose en el mayor contribuyente a la eliminación de la vegetación, se trata de una deforestación contemporánea que data de los años 90, señala la investigación realizada por Marco Octavio Ribera, coordinador Nacional de Investigación y Monitoreo de Lidema.
Los procesos de colonización espontáneos también han afectado importantes superficies de ecosistemas boscosos con escasa vocación agrícola, como es el caso del Chapare, Yucumo-Rurrenabaque y San Buenaventura-Ixiamas.
La investigación identificó a 27 ecoregiones amenazadas por megaproyectos (energéticos, viales, mineros); 32 por impactos devastadores originados por la contaminación, la ganadería de reemplazo y las quemas; 33 por procesos intensificados de avances de las fronteras agropecuarias, 31 por procesos de colonización, 29 por efectos drásticos del cambio climático y 35 sufren procesos de severa reducción de sus superficies por impactos diversos al entorno.
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