A medida que aumentan los niveles de contaminación atmosférica, también lo hace el riesgo de accidente cerebrovascular (ACV). Las ciudades con una calidad del aire más pobre tienen una prevalencia significativamente más alta de ACV, en comparación con las que tienen una mejor calidad del aire. Las diferencias son particularmente llamativas en invierno y en verano. En ambas estaciones se dan unas concentraciones más altas de contaminación atmosférica que en primavera y otoño, y las muertes por ACV son significativamente más numerosas en invierno.
El ACV, que acaba con la vida de 129 mil personas cada año en Estados Unidos, es la quinta causa principal de muerte en ese país y una causa importante de discapacidad. Además, es la segunda causa principal de muerte en todo el mundo, después de las enfermedades cardiacas.
Se ha observado un tipo de contaminación conocida como “materia particulada”. Esos minúsculos trozos de contaminación atmosférica proceden de los autos, las centrales eléctricas, los incendios forestales y otras fuentes. Dichas partículas, que tienen un diámetro menor de 2.5 micrómetros (PM2.5), suponen el riesgo para la salud más alto porque son pequeñísimas (un 1/30 del diámetro de un pelo humano) y pueden introducirse fácilmente en los pulmones.
La temperatura también parece tener un efecto en la calidad del aire y el riesgo de ACV. Las variaciones estacionales en la calidad del aire pueden atribuirse parcialmente a los cambios climáticos. En verano hay muchos días de lluvia y viento, lo que puede ayudar a dispersar la contaminación atmosférica. Las altas temperaturas crean un estrés térmico crítico que podría llevar a un aumento del riesgo de sufrir un ACV y otras enfermedades y fallecimientos que están relacionados con el calor y la calidad del aire.
La contaminación atmosférica, el frío extremo en invierno o el calor extremo en verano son factores de riesgo de ACV. Los pacientes, sobre todo las personas mayores, que vivan en áreas con una mala calidad del aire, deberían prestar atención en concreto al riesgo de ACV que podría ser causado tanto por la contaminación atmosférica como por el frío o el calor extremos.
Por otro lado, hay una serie de estudios que han asociado los aumentos en los casos de ataque cardiaco y hospitalizaciones por insuficiencia cardiaca con aumentos en los niveles de contaminación. Se ha mostrado que ciertos tipos de contaminación aumentan la inflamación en los vasos sanguíneos, lo que a su vez aumenta el riesgo de ACV.
Reducir la contaminación ambiental podría tener un efecto positivo en la reducción de la cantidad de ACV y enfermedades cardiacas. Los esfuerzos por mejorar la calidad del aire podrían traducirse en reducciones de los ataques cardiacos, la insuficiencia cardiaca y los ACV.
* Tomado de: HealthDay News
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