Son las primeras horas de la mañana, hace algo de frío, pero la actividad no se paraliza por eso. Las aves migran a diario desde la laguna Alalay hasta el río Rocha y se unen al retrato viviente que se forma en el río que cruza la ciudad.
Se trata de ibis, garzas y gaviotas con las que es fácil encontrarse al pasar por el Rocha.
Pese a la evidente contaminación del río lo cierto es que es un lugar propicio, mucho mejor que la laguna Alalay, en esta época. La contaminación de la laguna impide ver aguas claras y por eso las aves hacen esta corta migración diaria.
El jefe del Departamento de Macro y Micropulmones de la Alcaldía, Alan Lisperguer, explica que por la cobertura de las macrófitas en la mayor parte de la laguna Alalay aves como los ibis realizan la corta migración todos los días. El alimento para aves prolifera en el río en esta época.
“En la laguna se ha visto reducida la disponibilidad de alimento y al bajar los caudales del río se han generado espacios donde se está desarrollando microorganismos, microinvertebrados”, dice Lisperguer haciendo referencia al alimento de estas aves.
Los ibis no se trasladan al río, solo van durante el día. Sus nidos continúan en áreas de Alalay. Estas aves viajan al otro lado de la ciudad para alimentarse.
Pasando por el río o quedándose a observar un rato es posible identificar a estos animales entre los puentes Cobija y Cala Cala.
Estas aves son nativas de la zona y permanecen en la ciudad, no migran salvo que sea a otros espejos de agua cercanos, también por Albarrancho. El resto del año están en Alalay. Como en una misión diaria de cumplir con los deberes de la naturaleza los ibis y otras aves pasan el día en el lecho del río. La jornada fuera de casa concluye al promediar las 17:00 horas. Los ibis retornan donde sus nidos hasta que el nuevo amanecer les invite a retornar al Rocha.
SAUCES El encanto del río Rocha también está en los árboles. El sauce llorón bordea y fija su lecho.
Como parte de un programa de reforestación hace unos tres o cuatro años, la cantidad de agua permite que estén vivos y se conviertan en parte del ornato para el descanso o paseo por las orillas. Ahora se reproducen naturalmente y así forman el lecho del río.
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