La contaminación ambiental en los centros mineros cada año va incrementándose. Poblaciones como Huanuni, Poopó, Antequera, Japo, Santa Fe y Morococala con tradición minera son regiones críticas ambientalmente. En la actualidad estos centros mineros siguen operando; muchos de ellos no cuentan con medidas preventivas de sus contaminantes como diques de cola, plantas de tratamiento de sus aguas y manejos de sus pasivos ambientales. Por tanto la contaminación ambiental en estas regiones es permanente y día que pasa la situación de las comunidades afectadas es más dramática.
Se han realizado varios estudios en estas zonas mineras; según un estudio realizado por Quintanilla y García (2009) a lo largo de la cuenca del Poopó se han identificado metales pesados como plomo, arsénico, cadmio, hierro y zinc -en todos los casos excediendo los niveles permitidos en la legislación boliviana. Similares datos se encontraron en un estudio del río Huanuni realizado por Montoya et al. (2010), quienes reportaron un pH bajo (3.5) y excesivas concentraciones de cadmio, plomo, hierro y zinc. Por tanto no hay duda que la actividad minera en estas regiones tiene un efecto sobre la calidad del agua, suelos y aire.
En octubre de 2009, el Presidente Evo Morales emitió el decreto supremo N° 0335 declarando zona de emergencia ambiental de carácter departamental, con aplicación a los municipios de Huanuni, Machacamarca, El Choro y Poopó, debido a la inminente afectación a la salud humana y la seguridad alimentaria ocasionada por la prolongada presencia de contaminantes. Esta declaratoria que realizó el Gobierno, confirma la dramática situación de contaminación ambiental provocada por las actividades mineras.
A la contaminación minera se suma la contaminación urbana. En estos últimos años, la generación de basura se ha incrementado significativamente. En visitas a los centros mineros hemos podido observar promontorios de basura esparcidos en las calles, en los mercados, en los ríos, en los cerros, etc. Entre la basura lo que más resalta son la botellas pet, bolsas plásticas, latas, papeles, envolturas, pañales desechables y cartones, entre otros. Me llamó la atención que a lo largo del río San Juan de Sora Sora, existen inmensas cantidades de botellas pet y bolsas plásticas. Gran parte del río está sembrado con plástico. Esto agrava aún más la situación de la contaminación ambiental en los centros mineros.
Huanuni y otros centros mineros son ciudades intermedias, por tanto requieren servicios básicos como alcantarillado. Sin embargo, la falta de tratamiento de estas aguas servidas contribuye al aumento de la contaminación; por ejemplo en Huanuni muchos de los canales de alcantarillado están conectados directamente al río San Juan de Sora Sora.
Ante esta realidad, parece ser que la población en estos centros mineros se ha acostumbrado a vivir y convivir con la contaminación y de no hacer esfuerzos significativos por prevenir, mitigar y remediar esta situación. En entrevistas realizadas a pobladores de Huanuni manifiestan: "Qué vamos a hacer; esto es nuestra
realidad. La contaminación es fuerte; nadie dice nada. A pesar de que Huanuni aporta al desarrollo regional y nacional, tenemos que vivir así. La basura abunda en las calles y cuando llueve, el olor a copajira es fuerte".
Tal como se nos ilustra en la entrevista, en muchos de los centros mineros el ambiente en el que vive la gente es desoladora y deprimente. Esta realidad nos debe llamar la atención; son décadas de actividad minera en estas poblaciones, pero las condiciones de vida no mejoran; no se cuenta con plantas de tratamiento de las aguas de alcantarillado. Muchos no tienen botadero de residuos sólidos y tampoco planes y programas en gestión ambiental.
Frente a esta situación es necesario y urgente implementar o fortalecer políticas de educación ambiental, encaminadas a prevenir las causas y consecuencias de la contaminación ambiental, propiciando actividades de sensibilización, concienciación y formación de valores y actitudes de respeto a nuestra madre Tierra, medio ambiente y los recursos naturales.
La educación ambiental no es un campo de estudio en sí, como la biología, química, ecología o física. La educación ambiental es un proceso permanente en el que los individuos y la colectividad cobran conciencia de su medio y adquieren conocimientos, valores, competencias, experiencias y voluntad, capaces de hacerlos actuar individual y colectivamente para resolver los problemas actuales y futuros del medio ambiente. Por tanto, la educación ambiental no debe circunscribirse a las unidades educativas; todos estamos llamados a contribuir con nuestro medio ambiente: organizaciones sociales, ONGs, instituciones públicas y privadas, centros académicos, sindicatos mineros, comunicadores sociales, etc.
Desde esa perspectiva es muy importante diseñar estrategias y políticas de educación ambiental en los centros mineros, trabajar en todos los niveles: niños, jóvenes, mujeres y adultos. De la misma forma todas las instituciones presentes deben contribuir en este trabajo. Pues de lo contrario la problemática socioambiental tiende a generar el grave peligro de acostumbrar a la gente joven a vivir y a convivir con toda esta contaminación y de no avanzar en nada.
Por tanto las autoridades municipales, departamentales y nacionales deben impulsar y promover políticas claras de cuidado del medio ambiente, del agua y los recursos naturales.
La educación ambiental en esta época de crisis ambiental debe convertirse en una verdadera medicina preventiva, frente a los graves problemas de contaminación; de lo contrario estamos amenazando la existencia misma de las futuras generaciones.
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