La idea surgió un buen día, cuando tenían que cambiar el teclado de su ordenador y no sabían qué hacer con las viejas teclas. A las hermanas Ana y Maricruz Zalles se les ocurrió usar este material para crear aretes y llaveros. Es lo que se llama la reutilización, que forma parte de las famosas tres erres de la ecología (reducir, reutilizar y reciclar) para generar un consumo responsable.
Así comenzó Corcholata hace un año. Lo primero que hicieron fue revisar entre todas sus pertenencias para rescatar la basura.
Entre otras cosas, encontraron billetes de Alasita que pertenecían a su abuela. En poco más de 30 minutos los convirtieron en aretes. Lo mismo con los restos del teclado, casetes, audífonos rotos, negativos de fotos, tapacoronas de gaseosas y otros.
Al principio fue un entretenimiento y pronto pasó a ser algo más, cuando deciden iniciar campañas en las redes sociales para proponer intercambios y conseguir todo tipo de materiales de segunda mano para confeccionar billeteras, botellas, bolsos o ceniceros, por ejemplo.
En su objetivo de contribuir al cuidado del medioambiente están convencidas de que la manera es no comprar las cosas y "así evitamos que se genere más basura”. Maricruz también resalta que con este proyecto fomentan que la gente se sume a la reutilización, "porque en Bolivia somos bien cachivacheros”.
Ambas están convencidas de que en este momento hay un boom de información acerca de la reutilización, sobre todo en internet, por lo que hay mucha gente interesada en aprender estos hábitos y técnicas.
Ellas también enseñan a través de talleres cómo elaborar los artículos, que pueden tener un uso personal o para la venta.
"Hay muchas personas que tienen mucha creatividad y que sólo necesitan saber cómo desarrollarla”, señala Ana.
En cuanto a la venta, se trata de "vender arte de calidad a bajo costo y acabar con el mito de que son productos muy sofisticados y caros”. Los aretes cuestan entre 10 a 15 bolivianos, las billeteras 15, las botellas decoradas a 30 bolivianos. Las comercializan en ferias y a través de internet.
Entre sus últimas creaciones están las luces de Navidad que convirtieron en aretes. De dos celulares usados lograron hacer un espejo y set de maquillaje, que vendieron al instante. Su próximo reto es lograr un taller propio para seguir avanzando en estas propuestas sustentables y respetuosas con el medio ambiente.
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