domingo, 25 de septiembre de 2016

Oponerse a El Bala ¿es oponerse al desarrollo de Bolivia?


En la actualidad, es común escuchar de los adherentes a la construcción del proyecto hidroeléctrico El Bala-Chepete, en los parques Madidi y Pilón Lajas, que quienes no están de acuerdo con la puesta en marcha de este proyecto se oponen al desarrollo de Bolivia.

Hace algunos días, el ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, sostuvo que "hay personas que viven en la ciudad llena de confort, donde tienen la posibilidad de acceder a escuelas para sus hijos, postas médicas, vías de comunicación, esas son las que se oponen”. Pero, ¿será cierto? ¿El desarrollo de Bolivia pasa necesariamente por la construcción de la central El Bala-Chepete?

¿Existe una necesidad real?

En primer lugar, ¿necesitan los bolivianos la energía que generaría la central El Bala-Chepete? Este proyecto tiene el potencial de generar tres veces toda la demanda de energía actual del país, por lo tanto no es necesaria hoy. ¿Podría ser necesaria en el futuro cercano? No, a menos que la economía boliviana triplique su tamaño en el corto plazo, lo que no parece real. Así, parece que la construcción de esta central no es necesaria para los bolivianos.

No se trata de eso, afirmarán los adherentes al proyecto; más bien se trata de apuntar a los mercados internacionales, por medio de la reconversión de la matriz de energía boliviana desde el gas a la hidroelectricidad, lo que aumentaría la disponibilidad de gas para exportación, y la exportación misma de hidroelectricidad. Esto último naturalmente supone que existe una demanda de otros países de la región, particularmente de aquellos ubicados en el mismo vecindario.

El demandante más probable sería Brasil, sin embargo ese país tiene centrales para abastecer a sus habitantes y si no las tuviera en el futuro, probablemente buscaría alternativas en el mercado interno, tomando en cuenta el carácter proteccionista de su política comercial en el pasado. Así, tanto la demanda futura por la energía generada por el proyecto hidroeléctrico en cuestión como los beneficios económicos que se podrían obtener parecen muy inciertos. Parece que la idea de convertir a Bolivia en el "corazón energético de Sudamérica” es una quimera que, a propósito, ya se escuchaba en los años 50.

El costo medioambiental

En segundo lugar, la construcción de El Bala-Chepete traerá costos importantes para el ecosistema de los parques Madidi y Pilón Lajas, lo que a nuestro juicio es la razón principal para oponerse a este proyecto. El Madidi es uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta, pues albergar cerca del 11% de las aves del mundo, de acuerdo con cifras del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) y la Wildlife Conservation Society.

Aunque el impacto de este proyecto resulta difícil de estimar con precisión, pocas dudas caben de que provocará un desequilibrio en el ecosistema, afectando por lo menos a las aves y los peces.

Los adherentes rebatirán que las vidas de las aves y los peces no son tan importantes como los beneficios económicos que este proyecto podría traer a todos los bolivianos. Esto es un error porque los beneficios para los bolivianos son muy inciertos, de acuerdo con lo discutido antes, y porque la flora y fauna de los parques atraen a visitantes de todo el mundo, generando beneficios concretos y sustentables alas comunidades indígenas que habitan los parques. Este tipo de afirmaciones más bien revelan una noción equivocada de progreso, una que ignora el valor de los ecosistemas de los parques y las formas de vida de las comunidades indígenas que los habitan.

Inversiones urgentes

En tercer lugar, si al actual gobierno le preocupa tanto el desarrollo, entonces ¿por qué no destina los recursos gastados (y que quizá seguirá gastando) en este proyecto a las "escuelas para sus hijos, postas médicas, vías de comunicación” que mencionaba el ministro? No cabe duda que invertir recursos en educación y salud beneficia a todos los bolivianos y, lo que es mejor, tiene el potencial de impulsar el crecimiento de la productividad y el desarrollo en el largo plazo.

Otro tanto ocurre con la infraestructura vial. Bolivia cuenta con poco menos del 10% de sus caminos pavimentados y ocupa el lugar 121 entre 160 países en el Índice de Desempeño Logístico elaborado por el Banco Mundial en 2014. Comparado con los países de la región, que promedian 22% en este indicador, Bolivia sufre un atraso evidente. Caminos en mejores condiciones facilitan la conexión entre distintas áreas del país y reducen los costos en tiempo y dinero, tanto en el traslado interno de productos como en las importaciones y exportaciones. Así, la inversión de un boliviano adicional en cualquiera de estas tres áreas podría generar más beneficios para Bolivia que el proyecto hidroeléctrico El Bala-Chepete.

Con todo, pareciera ser que el gobierno actual, al privilegiar la puesta en marcha de proyectos de beneficios dudosos para los bolivianos, en el nombre del desarrollo, desconoce el valor de la flora y fauna de sus parques nacionales y de las comunidades indígenas que los habitan, las verdaderas fuentes de la riqueza de una nación. Evidentemente, se trata de una falsa noción de desarrollo. Así, oponerse a El Bala no es oponerse al desarrollo de Bolivia.

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