Dos estudiantes de enseñanza secundaria de la Ciudad de México ganaron la medalla de oro en la Olimpiada Internacional de Proyectos Medioambientales, celebrada en Mombasa (Kenia), gracias a un diseño de muros para viviendas hechos con bolsas de patatas fritas y envases de jugo natural de frutas.
Los "eco-muros” -bautizados así por sus creadores, Joana Grisell Gómez y Víctor Hugo Amaya- reducen en un 50% el costo económico de las construcciones con ladrillo convencional y aumentan en un 90% su resistencia comprobada.
De paso, contribuyen a vaciar los contenedores de plásticos PET y otros derivados del petróleo altamente dañinos, procesados químicamente por estos estudiantes del Centro Universitario de México hasta lograr un innovador material de obra.
Su trabajo les ha hecho vencedores de la categoría de Diseño Ambiental en la Golden Climate 2015, competición a la que concurrían otros 117 trabajos procedentes de 22 países.
"La idea surgió hace dos años y medio, cuando se nos planteó la pregunta de qué hacer con el material inorgánico que separábamos en las papeleras de nuestra escuela, repletas de envoltorios de patatas fritas, de galletas o de envases de jugo”, recuerda Joana durante una entrevista.
Inicialmente, experimentaron para elaborar un barniz con unicel (espuma de poliuretano) y acetona, pero el resultado, un material comprimido y muy resistente, les indujo a estudiar la fabricación de ladrillos.
Tras múltiples ensayos con materiales plásticos, fibra de coco y reactivos químicos, obtuvieron un bloque compacto y de inusitada dureza.
Sometido a la prensa hidráulica, el eco-bloque aguantó una presión de 19 toneladas por metro cuadrado, frente a las 10 toneladas del ladrillo clásico.
"Además no se rompe ni arrojándolo desde el último piso, solo se deforma. Aguanta situaciones verdaderamente extremas”, apostilla Amaya.
Los responsables del proyecto, guiados por su profesor Julián Náder pensaron que este material resultaría idóneo para abaratar costos. (EFE)
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