Los desechos electrónicos se están convirtiendo en un “tsunami mundial” de graves efectos sobre la salud humana y la naturaleza, dijo el responsable de la ONU para el medio ambiente, Achim Steiner, tras inaugurar una conferencia bienal sobre el manejo de químicos y residuos peligrosos.
Delegados de 180 países se reúnen desde ayer y por dos semanas en Ginebra para adoptar decisiones relacionadas con la aplicación de tres convenciones internacionales que regulan el movimiento transfronterizo de desechos tóxicos, el comercio de químicos peligrosos y la eliminación de contaminantes orgánicos persistentes.
En esta conferencia, la forma de gestionar los desechos de aparatos electrodomésticos y electrónicos, cuyas cantidades son las que más rápido crecen, será uno de los temas centrales de discusión.
Ello es debido a sus cantidades colosales, a que contienen substancias que pueden perjudicar la salud de las personas y el medio ambiente y a que la recuperación de sus elementos reciclables es muy escasa.
“Estamos frente a una estupidez económica porque tiramos gran cantidad de materias primas que se pueden volver a utilizar”, comentó Steiner, quien recordó que entre microondas, televisores, ordenadores fijos, portátiles y teléfonos móviles, estos últimos contienen minerales que podrían reciclarse sin gran dificultad y crear empleos “verdes”.
El secretario ejecutivo de las tres convenciones (de Basilea, de Rotterdam y de Estocolmo), Rolph Payet, explicó que al término de la conferencia se espera adoptar un documento con directivas sobre la gestión adecuada de desechos electrónicos.
En 2014 se arrojaron 41,8 millones de toneladas de productos eléctricos y electrónicos, principalmente dedicados a la cocina, al cuarto de baño y al lavado de ropa, una cantidad que Payet comparó con la carga de “1,15 millones de camiones de 18 ruedas”.
A lo largo de la reunión también se buscarán acuerdos para tener una gestión coordinada y coherente de basura que contiene contaminantes orgánicos persistentes, es decir, que no se degradan en la naturaleza, contaminan el suelo y el agua y, por esta vía, entran en la cadena alimentaria y al organismo de personas y animales.
Steiner explicó que tales substancias -muchas de las cuales son utilizadas en la agricultura, en fertilizantes, pesticidas e insecticidas- pueden tener un grave impacto en el sistema endocrino.
“Vivimos en una época en la que los químicos están en todos lados y cada vez más dentro de nosotros”, alertó.
El representante de la ONU comentó que el riesgo que suponen esos químicos queda en evidencia con la cifra de un millón de muertes ocupacionales, provocadas por su manejo en distintas actividades y concentradas en la actividad agrícola.
El objetivo de las convenciones que estarán bajo revisión en los próximos días no es prohibir en todos los casos el uso de las sustancias nocivas, pero sí garantizar que se utilicen de tal modo que se reduzca su impacto negativo y que los países pobres no terminen siendo su destino final.
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