domingo, 11 de agosto de 2013

En Nueva York aprovecharán hasta las cáscaras de papa de la basura

Pregunte a un neoyorquino por qué es famosa su ciudad. El compostaje tiene tan pocas probabilidades de aparecer en la lista como las viviendas baratas o los inviernos templados. Pero si del alcalde Michael Bloomberg depende, esto va a cambiar muy pronto.

Bloomberg, que terminará su gestión a fines de este año, anunció en junio que el Departamento de Saneamiento de la ciudad comenzó a recolectar desechos orgánicos en comunidades piloto de toda Nueva York, y planifica ampliar drásticamente la cantidad de hogares participantes en los próximos dos años.

El objetivo final es que para 2016 sea obligatorio que todos los hogares recolecten sus residuos orgánicos para aprovecharlos como compost, un fertilizante que se obtiene por descomposición, o como fuente de energía limpia.

Si los residentes de las casi tres millones de unidades habitacionales de la ciudad separan la materia orgánica del resto de la basura, la Alcaldía espera reducir en 1,2 millones de toneladas los residuos de los rellenos sanitarios.

Esta medida podría permitir un ahorro de hasta 100 millones de dólares al año, poco menos de un tercio del dinero que se gasta para recolectar y eliminar los desechos domiciliarios, según el Departamento de Saneamiento.

Además de aliviar la carga ambiental y la chequera de la ciudad, hay otros beneficios en la recolección separada de restos orgánicos, según Ron Gonen, subcomisionado de Saneamiento de la ciudad.

“Hay dos destinos principales para sus residuos orgánicos”, dijo Gonen a Tierramérica.

“Se los puede convertir en compost, un fertilizante orgánico que ya se elabora en una planta en Nueva York, y se dona a parques y a huertos locales, o se vende a empresas de jardinería y paisajismo”.

“También se los puede transformar en energía renovable mediante descomposición anaeróbica (en ausencia de oxígeno)”, agregó.

El resultado es un biogás rico en metano.

Westerleigh, un barrio de 3.500 habitantes en el municipio neoyorquino de Staten Island, es una de las comunidades piloto de la política de compostaje. Aunque la participación ronda el 50%, las respuestas de los vecinos son variadas.

Rosemary Caccese, quien ya elaboraba compost en su propio patio antes del plan de Bloomberg, ve la medida con buenos ojos. “Yo saco la mía cada semana”, dijo a Tierramérica, señalando su nuevo contenedor marrón, que se recoge una vez cada siete días.

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