Una oficina pequeña para una gran tarea. Rosa Lenny Cuéllar es, desde hace un año, la directora del Parque Nacional Kaa Iya, del Gran Chaco, un terreno que comprende 34.411 kilómetros cuadrados, en una zona que atañe a las provincias Cordillera y Chiquitos y a los municipios Charagua, San José de Chiquitos y Pailón, de Santa Cruz. Además, hace frontera con Paraguay.
Es una región de escaso relieve, clima cálido, típico de las llanuras secas, y el único ecosistema de este tipo que alberga a especies en peligro de extinción, como el guanaco.
Preservar este parque es solo parte de las tareas que encara esta bióloga que se dejó seducir por la idea de dejar, al menos por un tiempo, la investigación, para poder tomar decisiones sobre un área natural protegida, la más grande del país y, científicamente, la menos conocida de Sudamérica.
- ¿Cómo se siente una bióloga en tareas administrativas?
- Llegué por invitación de algunos guardaparques que me conocían, porque trabajé 10 años con una organización en el marco de la conservación del parque. Al principio me costó y sigue siendo un desafío estar en este puesto. Es más difícil de lo que yo imaginaba porque el parque es muy grande, tiene varios conflictos y relacionarse con mucha gente de diferente cultura, pensamiento y formación no es fácil.
- ¿Qué metas se ha propuesto?
-Quiero cambiar la imagen del parque. Hay cosas que en el pasado no se han hecho bien. Se tiene un concepto del parque que quiero cambiar, así como el personal y su método de trabajo.
Hay un proyecto para que los guardaparques también investiguen, hagan educación en los pueblos. Incluso para cambiar el sistema de trabajo de ellos. Antes tenían un esquema rotativo de 24 días de trabajo por seis de descanso, lo cual es totalmente inoperante. Ahora manejamos 20 adentro y 20 afuera, pero estos días que están afuera, también están haciendo otras tareas de educación ambiental. Quiero que el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) vea que el parque tiene un personal productivo.
- ¿No le pesa estar alejada de la investigación?
-Estoy satisfecha con el cargo (que tengo). Siempre pretendí un puesto que me permitiera tomar decisiones para el manejo adecuado de los recursos naturales. La investigación me encanta, conocer las especies, el monte, me gustan, pero como investigadora uno no tiene poder de decisión.
- ¿Trabajar con poblaciones indígenas y áreas protegidas reviste complicación?
-Hay gente local que tiene intereses políticos, pero el interés primordial debe ser la conservación de las áreas naturales. Tenemos buena relación con las autoridades, a fin de prevalecer el valor étnico y no dejarnos influir mucho por la gente que tiene intereses políticos. Es difícil, pero estamos aquí para mostrar trabajo técnico, es la única manera de hacer gestión de verdad.
- ¿No representó una amenaza al ecosistema el hecho de que pase por el parque un gasoducto?
-Al inicio, cuando se estaba por implantar el gasoducto Santa Cruz -Puerto Suárez, sí, porque rompía el ecosistema del parque. Sin embargo, no es lo mismo que abrir una carretera. Aquí solo se interviene la zona al instalar la estructura. Lo demás está reforestado. Además, el control en portería lo hace distinto. No es una vía abierta. Solo necesitan entrar las empresas que hacen mantenimiento.
- ¿Hay estudios que muestren el estado en que se encuentra la riqueza natural del parque?
-Puedo decir que el parque Kaa Iya alberga el ecosistema mejor conservado del Chaco boreal. En la zona núcleo, donde no se toca nada, está muy bien. Luego están las áreas naturales de manejo integrado, donde tenemos ciertas acciones reguladas, y existen algunos puestos ganaderos. Estamos trabajando para que hagan un buen uso de sus recursos naturales y del bosque.
La presencia de un jaguar hembra, a la que hemos llamado Kaa iyana es una muestra del estado de conservación del parque. Ella se muestra tranquila ante observadores respetuosos y no parece importarle el ruido de los generadores y el trabajo de los guardaparques. Por estudios anteriores se comprobó que ha criado a otros cachorros y ha estado en el área cerca de la Estación Isoso del gasoducto, al menos por seis años.
- ¿No hay poblaciones originarias que vivan en la zona?
-Hay tres poblaciones indígenas. El grupo más grande es el isoseño guaraní, que tiene más o menos 2.000 habitantes; están en la zona oeste. Por la zona noreste están los ayoreode de la comunidad Santa Teresita, y los chiquitanos, por el norte. Todos están alrededor del parque; dentro no hay asentamientos.
- Se denunció el año pasado que hubo asentamientos de colonos dentro del parque...
-Todas las denuncias corresponden a zonas fuera del parque. Dentro del área protegida no hay quemas, colonización ni deforestación. Conocemos lo que pasa dentro del parque. Vamos y verificamos. Ahora, lo que sucede afuera del parque no es nuestra competencia, pero hay instancias que deben tomar acciones. Si es una amenaza de colonización, corresponde al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), si es deforestación, es tema para la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), y dependiendo del caso, interviene el municipio.
- ¿Con qué elementos cuentan para monitorear el parque?
-Tenemos un comité de gestión que es el ente que apoya y supervisa al parque. Está conformado por agrupaciones sociales, los municipios de Charagua, Pailón, San José de Chiquitos, la Gobernación de Santa Cruz y la dirección del parque. Estamos a la vanguardia de cualquier amenaza. Cuando hay un conflicto, analizamos el problema y se puede convocar a otras instituciones para tomar una acción.
- ¿Disponen de tecnología para monitorear el parque y detectar amenazas en una zona tan amplia?
-Aplicamos métodos estándares para monitorear la zona. Se lo hace a través de registros diarios que toma la gente que vive allí, que son los guardaparques. Aparte, también contratamos algunos consultores para hacer trabajos específicos. También tenemos un sistema a través de GPS (sistema de navegación por satélite). Los guardaparques hacen patrullajes diarios y toman sus puntos de registro dependiendo de la amenaza. Entonces, esos puntos los colocamos dentro de los mapas para ver cómo están influyendo las amenazas.
- ¿Cuál considera que es la mayor amenaza en los últimos tiempos?
-Me atrevo a decir que en los últimos cinco años ha habido un acelerado incremento en la tasa de deforestación. Desde que se creó el parque, en 1995, hemos hecho una evaluación histórica con imágenes satelitales y se puede ver el avance de la frontera agrícola. Ha ido incrementando, sobre todo en la zona norte y noreste del parque. Es por acción de propietarios nuevos, muchos de ellos menonitas. Esta es la mayor presión que se tiene. Ahora están deforestando, fuera del área, pero es una preocupación. En el norte y noroeste hay intentos de colonización de tierra fiscal.
- ¿Pueden influir estos desmontes en la flora y fauna del parque?
-Cuantitativamente no puedo indicarlo, porque hay que hacer análisis más detallados de la cantidad de individuos, pero evidentemente que sí existe. La gente que se asienta en los bordes del parque concibe la apertura de caminos y se facilita el ingreso a los cazadores, por ejemplo. Es un riesgo. Es probable que los propietarios de las colonias nuevas asentadas fuera del parque vayan a hacer uso del agua del río Quimome para regar sus cultivos, lo cual reducirá el caudal del río y puede afectar a la laguna Concepción y a los recursos naturales que alberga.
- ¿Qué se propone hacer de aquí en adelante, tomando en cuenta que las amenazas pueden crecer?
-El año pasado hemos incrementado la cantidad de inspecciones en la zona. Hay un comité de gestión y tomamos contacto con personal de los municipios que tienen guardaparques, para hacer una alianza con ellos. En mayo, por el camino que va hacia el sur, por San José, se detectó nuevos colonos fuera del parque. El comité de gestión hizo una manifestación escrita. Se hizo una inspección con el INRA, la ABT, Gobernación, autoridades municipales y organizaciones sociales. Se informó a los colonos de que sus acciones eran ilegales y las paralizaron.
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