La industria forestal se oxigena. Después de seis gestiones en ‘terapia intensiva’, el sector toma aire y registra sus primeras cifras positivas, al primer semestre de 2018. Desde la Cámara Forestal de Bolivia (CFB) aseguraron que la posibilidad de reactivar su economía está vinculada con la exportación y la apertura de nuevos mercados que generan un clima esperanzador entre los actores madereros.
Según el gerente general de la CFB, Jorge Ávila, países como Vietnam, China, Corea y Cuba importan los productos elaborados en Bolivia. “Gracias a esta apertura se logra impactar positivamente en los actores forestales, especialmente en los comunitarios, que es donde existe mayor abundancia de las especies para las que se están abriendo estos nuevos mercados”, señaló.
La demanda se centra en madera semielaborada, pisos y enseres de jardín. Por ejemplo, con el mercado vietnamita se concretó la venta de nueve especies de madera boliviana de la zafra de 2018, por un valor de $us 5,5 millones, tras concluir una misión empresarial en días pasados. Según estimaciones de la CFB, este mercado puede generar más de $us 30 millones (más del 50% de lo que se exporta anualmente).
En esta línea, el empresario y presidente de la CFB, Diego Justiniano, acotó que el sector forestal no atiende un solo nicho y que los mercados alternativos, como los mencionados, permiten que la matriz productiva pueda diversificarse y conseguir estabilidad en materia de rendimiento y exportaciones.
Debilidades
Si bien el mercado externo registra una balanza comercial positiva y entusiasma a los madereros, la plaza nacional muestra otra faceta, donde el producto boliviano no tiene competencia frente al importado, principalmente desde Brasil, y donde predominan los materiales melamínicos. Los empresarios observan que esto hace peligrar a la pequeña industria, que produce para el consumo interno.
Para el secretario general de la Confederación Nacional de Carpinteros, Ebanistas y Artesanos en madera de Bolivia (Conceambol), Wilford Ojeda, la situación todavía es crítica y no notan un cambio respecto a la entrada de materiales melamínicos. Los más de 1.000 socios de la entidad esperan que el Estado los ayude con el acceso a créditos para tecnologizar su producción y así considerar mercados del exterior.
Por su parte, el presidente de la Asociación de Aserradores de Madera, Humberto Arandia, lamentó que el mercado nacional no absorba ni el 20% de la producción boliviana y que algunos aserradores se han visto en la obligación de hacer recortes presupuestarios. No obstante, se mostró optimista de cara al futuro y consideró importante la intervención estatal.
Desde la perspectiva del analista David Aguilera, Bolivia no es un país exportador de madera por excelencia y se precisa adoptar mayores medidas y políticas como las que reciben otros sectores. “Aunque hay normas y decretos vigentes, no se siente una reacción que pueda ser significativa”, aseveró.
Sintonía con la ABT
El titular de la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierras (ABT), Rolf Kohler, señaló que la desburocratización permitió abrir nuevos mercados y que los cambios hacia la industrialización deben tener un enfoque comunitario, ya que los bosques están en manos de los habitantes de las áreas rurales. Agregó que existe una normativa para permitir la exportación de madera de hasta 10 pulgadas de espesor (antes solo se permitían seis).
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