jueves, 4 de febrero de 2016

Uso de animales en el Carnaval


En el carnaval cruceño ahora se opta por usar plumas sintéticas
A propósito de la llegada del Carnaval vale la pena reflexionar sobre el uso que se da a los animales o partes de estos (pieles, plumas, caparazones, garras, colmillos, etc.) para que sean parte de los trajes o de los accesorios de los bailarines.

El artículo 108 de la Constitución Política del Estado, trata de los deberes de los bolivianos, disponiendo expresamente que deben resguardar, defender y proteger el patrimonio natural, económico y cultural de Bolivia y proteger y defender los recursos naturales y contribuir a su uso sustentable, para preservar los derechos de las futuras generaciones.

La fauna silvestre, representada por los vertebrados (mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces) juegan un rol muy importante en la dinámica del ecosistema. Los animales que se alimentan de hojas, frutos, semillas, néctar y materia orgánica muerta contribuyen en procesos de competencia específica de las plantas, dispersión de semillas, polinización, descomposición, etc. A su vez, los carnívoros e insectívoros, que se alimentan principalmente de herbívoros, regulan las poblaciones de consumidores primarios manteniendo un equilibrio en el ecosistema.

Hay algunas especies que han estado desapareciendo de manera desproporcionada: entre 50 y 100 veces superior al ritmo natural. Sobre la base de las tendencias actuales, una cantidad estimada en 5200 especies animales, incluyendo 1 de cada 8 especies de aves del mundo, estarían en peligro de extinción.

En la medida que la sociedad articule la naturaleza, la humanidad y todos los campos de la vida social, política, económica y cultural, se alcanzarán niveles de desarrollo sostenible, que determinan la calidad de vida de nuestra familia, comunidad y país.

Tal conducta requiere de un ciudadano participativo, que se exprese dando sus criterios, defendiendo posiciones, aportando sus conocimientos y su esfuerzo individual, asumiendo responsabilidades.

La cultura es un bien patrimonial, un componente del medio ambiente, por tanto, su protección y control son un derecho soberano del pueblo, y una premisa para el desarrollo sostenible.


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