Más de 600 comunidades de las cuencas alta y media del río Pilcomayo se encuentran afectadas por la contaminación minera, según revela un informe de la Oficina Técnica Nacional de los Ríos Pilcomayo y Bermejo (OTN).
El director ejecutivo de esta institución estatal, Alejandro Romero, informó que el diagnóstico fue establecido basado en un monitoreo de la calidad del agua, que se realiza periódicamente en la zona, y también recopilando testimonios de la población que habita en esa región.
Explicó que, del total de las comunidades afectadas, 315 están en Chuquisaca, 200 se ubican en Potosí y 150 en el departamento de Tarija.
“Reciben aguas con alto contenido de metales pesados, especialmente en la parte de la cuenca alta y la cuenca media del río Pilcomayo”, afirmó el ejecutivo. También expresó que un debate real sobre esa problemática demanda interactuar directamente con los habitantes de esos poblados, que son los afectados.
El reporte de la oficina técnica nacional menciona que, en la parte alta, es notoria la contaminación porque el agua tiene un Ph muy ácido, debido a que está muy próxima al lugar de donde salen las aguas, lodos y desmontes acumulados por el paso de los años por la explotación de minerales.
Problema mayor
Agrega que las aguas contaminadas no se pueden utilizar para el consumo y tienen un impacto en los suelos para los cultivos agrícolas.
La cuenca baja del río Pilcomayo abastece de agua a cultivos de frutas, hortalizas y verduras que son regados por el afluente contaminado.
“El aporte sistemático de metales pesados convierte en tóxicos los suelos y las plantas. En algunos casos baja la productividad y en otros lo transforma en un suelo improductivo”, aseveró Romero.
Cabe recordar que en julio, un hueco circular de 30 metros de diámetro se abrió sobre el dique de colas de la empresa Santiago Apóstol, un ingenio minero ubicado en Canutillos (Potosí).
Aquel día, un alud de lodo mineral comenzó a bajar por aguas que luego desembocan en el Pilcomayo.
La preocupación sobre la contaminación se vio reflejada también en Villa Montes (Tarija), donde los weenhayek, que viven de la pesca del sábalo, protestaron públicamente por el daño al río
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