Construir atajados y sembrar forraje para la época de estiaje son algunas de las estrategias que implementan las mujeres campesinas de comunidades andinas de Cochabamba para hacer frente a los efectos del cambio climático en la agricultura, la ganadería y su organización.
“En nuestras comunidades de Quewaylluni y Tanga Tanga hace mucho frío y quema la papa. En temporadas también mucha calor, el sol seca las plantas. Nuestras llamas y ovejas tienen muchas garrapatas, piojos y son flacos”, expresa Feliciana Callata del municipio de Arque.
El incremento de parásitos y enfermedades en el ganado, la escasez de agua, la falta de forraje y alimento para su familia son problemas que deben afrontar familias de comunidades andinas en el departamento de Cochabamba.
Desde hace dos años, un grupo de 347 mujeres asumieron el reto de organizarse y emprender iniciativas para hacer frente al cambio climático.
ESTRATEGIAS El punto de partida para iniciar el trabajo es la sensibilización a todos los actores locales, hombres y mujeres, sobre el rol de las mujeres ante los impactos del cambio climático.
Mientras se fortalece la organización se desarrollan actividades tanto en el ámbito de la ganadería, como en la conservación de suelos, el manejo de pastizales y la infraestructura.
La cosecha de agua es una de las estrategias que permitirá a las familias extender la provisión de agua por algún tiempo más. “Estamos juntando agua construyendo pequeños atajados para que puedan tomar nuestras llamas y ovejas en época de mayo, junio, julio y agosto que es época seca”, cuenta Julia Charca de la comunidad de Pumiri.
“Estamos aprendiendo a poner medicamentos y mejorar el alimento para nuestros animales. También estamos sembrando forraje para la época donde hay poco pasto”, explica Lucía Victoria del municipio de Arque.
Al inicio de la campaña agrícola las mujeres planifican la siembra de avena, cebada y alfalfa para almacenar y asegurar el alimento del ganado para la época de estiaje.
Asimismo se construyen heniles de adobe para guardar el forraje.
Con la ayuda de técnicos se relevó alrededor de 46 especies de pastos nativos y se realiza un manejo de praderas nativas para evitar el sobrepastoreo, así como un estudio de la palatividad (mejor gusto para los animales), según informó, Jesús Gómez, técnico de campo del proyecto.
El cultivo de pastos introducidos permitirá mejorar también la calidad del alimento para el ganado.
La erosión de suelos y la pérdida de su fertilidad es asumida con acciones como la construcción de tierras con piedras y pastos. Como un apoyo a su necesidad de combustible para la cocina, se identificaron zonas aptas para la forestación con pino y eucalipto.
Un análisis de los costos de producción y las ganancias permitirá ver los primeros resultados de estas estrategias. “Vemos que el peso de la llama ha aumentado, si antes se vendía en Bs 500 ahora puede venderse en Bs 600”, explicó Gómez.
APOYO La Fundación Atica, gracias al apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude) apoya a este grupo de mujeres en 14 comunidades de los municipios de Tapacarí, Arque, Bolívar y Sicaya, en el marco del proyecto denominado “Fortalecimiento de las capacidades locales de las mujeres ante impactos emergentes del cambio climático”.
En estas zonas se agudizó la sequía, existe una deficiencia de reservorios de agua. De cada 10 vertientes sólo dos continúan proveyendo este recurso, asimismo la falta de pastos y forraje redujo su producción pecuaria en un 80 por ciento , según datos del relevamiento de campo realizado, proporcionados por el jefe de proyecto, Eduardo Silva.
La exclusión social histórica limita el aporte de este sector
Las desigualdades de género se entrecruzan con los riesgos y vulnerabilidades asociados al cambio climático. Las desventajas sociales e históricas de las mujeres, con su limitado acceso a la educación y recursos, además de las restricciones a sus derechos y el silencio de sus voces a la hora de influir en decisiones, las hace altamente vulnerables, según asevera la directora general de la Fundación Atica, Sandra Soliz.
Los impactos negativos del cambio climático a la producción ponen en desventaja a mujeres que muchas veces se responsabilizan del hogar y la producción cuando el hombre migra temporal o definitivamente.
Las desigualdades de oportunidades hacen más lento el avance hacia la igualdad de género y, a la vez, dificulta que las iniciativas alcancen metas importantes como la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible.
“Las desigualdades de género pueden empeorar los impactos que ocasiona el cambio climático”, asevera Soliz.
Explica que los patrones de relaciones históricas y culturales específicas derivan en una mayor vulnerabilidad de las mujeres, que sumada a las condiciones físicas, sociales y económicas, están también las del cambio climático.
Al sumarse estos factores con desigualdades de clase, raza, grado de pobreza, entre otros, se generan condiciones sociales peligrosas que ponen en riesgo a diferentes grupos de mujeres.
Los campesinos fortalecen su organización tradicional
Los efectos y alteraciones en los calendarios agrícolas obligan a las comunidades campesinas a fortalecer la organización tradicional con el objetivo de hacer frente al cambio climático.
El investigador y docente del Centro Universitario Agruco, de la Universidad Mayor de San Simón, Nelson Tapia, precisa algunos de los principales cambios en las comunidades.
P: ¿Tuvo el cambio climático alguna repercusión de tipo social, organizacional y/o familiar en las comunidades?
R: Las comunidades campesinas están fortaleciendo sus niveles organizativos tradicionales para hacer frente al cambio climático, ya que deben recuperarse roles y revalorizarse conocimientos y sabidurías ancestrales.
P: ¿Y cuál es el efecto negativo en el ámbito social?
R: Uno de los efectos negativos es la migración hacia otros contextos en busca de mejores condiciones de vida.
La debilidad es que a nivel comunal, los modelos de desarrollo de occidente moderno, provocaron que comunarios olviden el manejo y aplicación de indicadores del clima y del tiempo aplicados a ciclos productivos agropecuarios, tanto en la agricultura como en la ganadería.
El rol de la mujer no cambia pero las tareas aumentan
El rol de las mujeres de la región andina en la agricultura fue y es muy importante porque la mujer como símbolo de la reproducción siempre estuvo a cargo de la semilla. Es responsabilidad de la mujer la selección de la semilla después de la cosecha, y también es su responsabilidad depositar la semilla en la tierra durante la siembra.
Colabora al esposo, a sus hijos en las actividades de manejo de los cultivos y asume la responsabilidad completa cuando el esposo está ausente. A esto hay que sumar el rol que desempeña en la crianza de los animales, responsabilidad que comparte con las hijas.
Más allá de los roles específicos, se debe resaltar el rol en la atención de las necesidades alimenticias y de salud de la familia y el ganado, tarea nada fácil si consideramos que con el cambio climático la producción de alimentos enfrenta mayor riesgo y, por tanto, incide en la disponibilidad de alimentos.
Con la escasez de agua y vegetación ahora la mujer tiene que trasladarse a lugares más lejanos para disponer del agua necesaria para el hogar, así como para conseguir leña, realizar el pastoreo, o recolectar plantas medicinales que curen la enfermedad de sus hijos y de su ganado.
Si bien el cambio climático no tiene mucha incidencia en el cambio de roles, sí hace que cada vez sea más difícil atender las necesidades familiares.
Existe una valoración de la mujer en su rol de madre y esposa, pero todavía no hay un reconocimiento de la mujer en el rol que desempeña en las actividades productivas y tampoco se valora, como corresponde, el aporte que realiza a la economía familiar. Aun menos es el reconocimiento de la participación de las mujeres en los espacios de toma de decisión en la organización social, pero también en estructuras de poder.
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