Es miércoles. Son las 8:30 y la mayoría de las dragas que colman el lecho del río en el km 12, entre La Guardia y Porongo, bulle a toda máquina escupiendo ripio, arena y arenilla. Un obrero de torso desnudo, sumergido en el barro de la fosa en la que trabaja con sus compañeros, alerta que el motor de su equipo no bombea con la misma fuerza.
Se apaga el motor y ese gigante de cuatro metros que es la draga deja de bombear. Es hora de hacer el cambio de aceite a la máquina. La mañana se ha perdido en las tareas de mantenimiento del equipo, así que algunos de los mineros de áridos vuelven a las carpas de sus campamentos asentados sobre la ribera oeste del río. Ahí comen, duermen siesta y pasan buena parte de sus días.
Esa rutina se repite a diario, cuenta René Arce, draguero. Él asegura que esa es la cuota de contaminación de algunas empresas y cooperativas de ripieros, que con su acción contribuyen a enturbiar el agua. Arce, que trabaja por cuenta propia, dice que los dragueros que son vecinos del río tienen cuidado de no ensuciar el afluente.
“Las empresas, las dizque dueñas del río, esas son las que contaminan”, reprocha, con la boca abultada por la coca, mientras apunta con el dedo hacia el centro del lecho del río, donde hay un grupo de turriles olvidados que contienen residuos de combustible, grasa y algo de aceite.
De acuerdo con el monitoreo realizado entre mayo y junio por el Servicio de Encauzamiento de Aguas y Regulación del Río Piraí (Searpi) a lo largo y ancho de la cuenca metropolitana, existen 40 focos de contaminación ligados a los basurales que generan algunos campamentos de dragueros, al desecho de aceite sucio de los motores de las dragas y a algunos chiqueros construidos cerca a las riberas del río. El informe precisa que hay al menos 38 asentamientos humanos en las orillas de la cuenca, entre El Torno, La Guardia, Porongo, Warnes y Copa Bélgica.
Llueve sobre mojado. A la carga de materia orgánica que proviene de las aguas servidas de los municipios metropolitanos y a la carga de químicos emitida por la pujante industria cruceña, según reveló una auditoría ambiental encargada por la Contraloría General del Estado (CGE), se suma la cuota de los desechos que generan los asentamientos humanos en el mismo lecho del Piraí.
“Los motores de las dragas están contaminando el agua en las fosas de recarga por la pérdida de aceites, tal como se ha podido ver en el terreno”, corrobora la cuarta conclusión de la evaluación técnica-legal que elaboró una consultora externa por encargo del municipio de Porongo.
No obstante, Carlos Salinas, asesor ambiental de Dracruz, concesionaria que explota áridos en el Piraí, aclara que en general las empresas que operan legalmente cuidan de no echar sus desechos al río ni de engrasar o hacer cambios de aceite en el mismo río.
Luis Aguilera, director del Searpi, enfatiza que la suma de contaminantes enunciados por el monitoreo realizado por la institución que dirige y por la auditoría ambiental de la CGE ponen en riesgo de convertir las aguas del Piraí de clase C (aguas de utilidad general, que para ser habilitadas para consumo humano deben hervirse y desinfectarse) a clase D (aguas de calidad mala, no aptas para el contacto humano).
Aguilera recuerda que la normativa vigente limita su acción y que, en ese marco, los llamados a reaccionar son los municipios asentados sobre la cuenca y el Gobierno, a través del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas.
Desde que se comenzó a divulgar la crisis ambiental del Piraí, han existido algunos pronunciamientos de autoridades municipales y nacionales. Sin embargo, aún no se registran medidas de hecho en materia de fiscalización sobre la contaminación de sus aguas, la devastación de sus riberas y la inseguridad.
Evaluación del Searpi
Basura. Existe acumulación de desechos vegetales, materiales plásticos, vidrios, latas, etc. Hay 40 focos de contaminación, ligados a los desechos que generan asentamientos humanos sobre los barrancos del río. Se verificó la existencia de 38 asentamientos.
Aguas. Se registra una fuerte descarga de aguas residuales de las lagunas de Saguapac hacia el lecho del río, que unen sus flujos con el cuerpo de agua del río Piraí (municipio de Santa Cruz de la Sierra).
Dragas. Los motores de las dragas contaminan las fosas de recarga por la pérdida de aceite y diésel. La mayoría de los operadores realizan el mantenimiento de sus equipos sobre el lecho del río.
Degradación. Existen muchas áreas de depósito de material o centros de acopio que eliminan la cobertura forestal, produciendo desforestación y degradación de los suelos. Hay una sobresaturación de dragas por unidad de superficie.
Accesos. Se presentan desórdenes en las vías dentro del lecho, ocasionando que los camiones crucen bancos secos con cobertura forestal en proceso de regeneración natural.
Devastación. De las 393 dragas y fosas contabilizadas entre mayo y junio de este año, 235 (60%) operan fuera del tercio central del río sin ningún control. El efecto es la devastación de los barrancos de la cuenca y se pone en riesgo a las comunidades aledañas.
En tres años devastan 800 metros de riberas
“Tuvimos que lamentar la pérdida de 800 metros de riberas con una rica cobertura de bosque antiguo, debido a que en 2008 comenzaron a trabajar las dragas y chancadoras”, cuenta Andrés Sanz-Guerrero, ejecutivo de la Cervecería Boliviana Nacional (CBN).
La cobertura boscosa de los barrancos del Piraí presta servicios ecológicos a los suelos de las ciudades proximas de la cuenca, así como actúa de freno para eventuales turbiones. Aun así avanza la devastación de las riberas.
Parado sobre los defensivos que construyó la empresa para la que trabaja, a la altura del km 14 en La Guardia, Sanz-Guerrero explica que esta medida fue una reacción que se tomó en conjunto con el Searpi y la Alcaldía de La Guardia para proteger la zona de la avanzada de las dragas que explotan áridos aun dentro del bosque.
“La devastación de los barrancos no solo amenaza a nuestra planta de tratamiento de aguas que funciona en esta orilla, sino que es un riesgo al que estamos expuestos todas las OTB de la zona”, insiste el funcionario de la cervecería.
En días pasados, autoridades municipales de La Guardia, Porongo y del Searpi alertaron que la degradación de los barrancos dificulta los trabajos de encauzamiento del río en el km 12 (cruce La Guardia-Porongo) y en la zona de Rancho Chico (La Guardia).
“Si se observa la infraestructura de las dragas en estos lugares más dañados, se verá que son construidas con los mismos árboles con que se ha tratado de reforestar esas zonas. Esto es responsabilidad de malos vecinos”, explicó Jorge Morales, alcalde guardieño.
Sin embargo, los dragueros insisten en acusar a ‘colonizadores’ del Piraí que, según ellos, han invadido sus cuadrículas y que son ellos quienes deforestan los barrancos. Enrique Cruz, propietario de Dracruz, recuerda que en el km 12, su empresa ha reforestado la orilla oeste.
Jalón de orejas para Santa Cruz
Betty Tejada | Diputada nacional y ambientalista
Este tema merece una definición clara y honesta, especialmente en Santa Cruz. Se trata de un patrimonio histórico y natural de todos los cruceños, y que está tan desprotegido y ultrajado. Siempre pongo de ejemplo el lago Titicaca de La Paz, que allá es un lago sagrado. ¿Y nosotros cuándo practicamos lo que predicamos respecto a los referentes importantes como nuestro río urbano Piraí?
La Gobernación, las alcaldías, todos los alcaldes que tienen responsabilidad sobre la cuenca, así como la Asamblea Departamental y los concejos, deben definir de una vez por todas una política pro Piraí.
Hasta ahora, la crónica lamentable del Piraí se ha desenvuelto ante la mirada pasiva de las autoridades.
Se está muriendo un río que tardó millones de años en formarse y que hace a la identidad del pueblo cruceño y nadie hace nada. Esto es un jalón de orejas para todos nosotros en Santa Cruz. Es hora de actuar.
Para reclamar derechos, hay que conocer obligaciones. Si sabemos eso sabemos que nadie tiene carta blanca para convertir un río en una mina y en un basurero.
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