Desde el emblemático bufeo o delfín rosado, que sólo habita en la Amazonía boliviana, hasta una especie de alondra silvestre, cerca de 3.400 especies de la fauna flora pueden sufrir daño en sus ecosistemas con la construcción de la carretera del TIPNIS entre Cochabamba y Beni.
“El 15 por ciento de las especies de plantas de Bolivia vive en esa zona. Estamos hablando de por lo menos 2.500 plantas vasculares que habitan desde los 160 metros de altitud hasta los 4.000 metros”, afirma el biólogo y especialista en anfibios y reptiles James Aparicio, quien cita un estudio del Instituto de Ecología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), elaborado en 1995 sobre la biodiversidad propia de la región.
A esos dos millares y medio de especies de flora hay que sumar, 108 especies de mamíferos, 470 especies de aves, 39 especies de reptiles, 53 especies de anfibios, 188 especies de peces y 120 especies de insectos. La sumatoria da cuenta de alrededor de 3.400 especies que habitan en el lugar, algunas de las cuales son endémicas, es decir, propias de la región.
Gran parte de esa fauna y flora se encuentra en el sector denominado Núcleo, ubicado entre Isinuta y Monte Grande que quedaría partido en dos en caso de que se mantenga el trazado inicial de la carretera.
IMPACTO. Aparicio hace énfasis en que toda la zona del Territorio Indígena y del Parque Isiboro Secure (TIPNIS) es una de las mejor conservadas del territorio.
“Se forman riachuelos que luego forman los ríos. Un corte (o sea la división del sector denominado Núcleo) afectaría al suministro natural de agua y muchas especies de peces se verían obligadas a desovar en otros lugares, y otros animales, que vivían en el sitio, a tener que buscar nuevos espacios”, alerta.
El también biólogo Paul Van Damme, de la organización Faunagua, que trabaja por la protección de fauna y flora en la Amazonía, cita como ejemplo al bufeo rosado o delfín boliviano que también se vería afectado por la construcción. “En estos sectores no hay actividad humana, pero si esto ocurre, los delfines van a tener que buscar otros lugares”.
“Sin bien el estudio del Instituto Ecología de la UMSA es antiguo, es la única referencia que tenemos de la zona, porque después no se hicieron más investigaciones”, dice Aparicio. “De seguro que tenemos más especies todavía”, afirma Van Damme.
Debido a que el ecosistema del TIPNIS es uno de los más resguardados, los pescadores no pueden ingresar a la zona “por ello los peces llegan tranquilos para desovar. Ahí tenemos poblaciones saludables de animales y plantas”, agrega.
A juicio de Van Damme y Aparicio esto cambiaría porque cuando el hombre llega, al final contamina el nuevo territorio en detrimento de la naturaleza y de sus habitantes.
Gobierno calla y no informa
“No estamos autorizados a dar esa información hasta que la presidencia autorice”, dijeron al reportero de La Razón, cuando acudió por quinta vez al Viceministerio de Biodiversidad para conocer las fichas ambientales de la obra. Además se buscó en cuatro oportunidades a la viceministra Cinthia Silva.
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