En La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí hay 34 comunidades contaminadas por al menos 65 millones de toneladas de desechos mineros. En un pueblo potosino apareció una oveja muerta y aumentan las diarreas entre los estudiantes de esa región.
La comarca potosina de San Antonio se encuentra en la parte baja de una montaña de residuos minerales. El agua que baja por el río Aljamayu desprende un mal olor; sin embargo, hasta hace un par de meses aquello era algo aún soportable. Recién, días atrás, una oveja murió tras tomar agua de aquel manantial de color amarillo verduzco y con olor a azufre.
Calixta, la pastora del rebaño, decidió llevar a sus animales lejos de aquel sitio agreste. Cuando recuerda lo que le sucedió a su cordero, refiere con algo de tristeza en el rostro: “Ese mismo día tuvo diarrea y murió al siguiente”.
San Antonio es un poblado de unos 700 habitantes, cuya escuela se encuentra a aproximadamente 100 metros del río Aljamayu. El viento reina en la comarca y las casas están esparcidas a lo largo de la carretera que va al sur de Potosí.
Más arriba, en los cerros, se encuentran las colas de San Miguel (remanentes mineros que no fueron aprovechados por los ingenios) y los diques de colas de Laguna Pampa I, Laguna Pampa II y San Antonio. En estos tres sitios se separan los concentrados de estaño, zinc y plata. El mineral sale, como hace más de cinco siglos, del Cerro Rico de Potosí.
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