miércoles, 31 de mayo de 2017

Agroflori cuida de 700 animales



“Una vez que los animales entran en cautiverio están condenados de por vida”, señaló Soledad Vargas, una de las responsables y fundadoras del refugio Agroflori de Quillacollo.

Lamentablemente, la gran mayoría de los animales silvestres rescatados no tiene la posibilidad de ser reinsertado en su hábitat natural, por lo que debe quedarse en refugios.

“Es casi imposible trabajar en reinserción de un psitácidas (aves), además que es caro, los loros y las parabas se domestican con facilidad y olvidan cómo obtener comida, si los liberas, están destinados a no sobrevivir solos. Sumado a esto las aves viven en bandadas y cuando se reinserta una sola, es atacada por sus semejantes por considerarse una amenaza”, explicó Vargas.

Otro factor es la gran cantidad de enfermedades que contraen.

El biólogo José Balderrama concuerda con estas dificultades. “A pesar de estar viviendo en lugar donde el ave recibe buen trato, no están en libertad (...) puede desencadenarse en un cambio en la conducta o que lo lleve a enfermarse y a morir, es terriblemente dañino para ellos como para su población”, dijo.

El maltrato que reciben las aves cuando están en cautiverio es evidente por el miedo con el que llegan al refugio, el mal estado de los picos y de las plumas. “El tráfico de animales silvestres los condena de por vida, la cadena no termina con recuperarlos,”, aseveró Vargas.

En el refugio Agroflori se encuentran más de 700 animales entre aves y reptiles que fueron rescatados del tráfico o decomisados de viviendas.

Una de las aves endémicas de Cochabamba que está en la lista roja de especies amenazadas es la paraba frente roja que es capturada como mascota. Otra que es utilizada de la misma forma es el Bolborhynchus aymara, por su parecido a los canarios.

La ley nacional 1333 de Medio Ambiente prohíbe la tenencia de animales silvestres y su cautiverio. En 2016, la Gobernación rescató 226 animales silvestres vivos, en tanto la Policía Forestal y de Medio Ambiente (Pofoma), otros 150.

“La relación sentimental que entablan los loros con los seres humanos allegados hace que sufran problemas de depresión cuando son alejados. Entre las consecuencias está que se picotean para sacarse las plumas, se dejan morir; una forma de suicidio”, explicó Vargas.

Considera que lo necesario no son más refugios, sino educación para que la gente deje de adquirir estos animales. “La gente tiene que entender la diferencia; no es lo lindo, estos animales han tenido que ser cazados, les han tenido que dar con flechas, con palos, han matado a sus papás”, señaló.

En el refugio se tienen tucanes, flamencos, patos, tortugas marinas y otras tantas especies que buscan cómo sobrevivir después de episodios de trauma o de haber permanecido fuera de su hábitat.


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