Andrés Chávez (9) vive en el barrio Vietnam y cada día transita de su casa a la tienda para comprar pan por una calle que en vez de estar verde por la grama natural se ve saturada de penachos de bolsas de polietileno (plástico), originando un paisaje dantesco. El niño no sabe que su zona anteriormente fue un botadero de la ciudad que fue rellenado con millones de toneladas de basura.
Como este son decenas de barrios situados en el Plan Tres Mil, no solo cerca del vertedero de Normandía, que sufren por la presencia de bolsas de plástico en sus calles que, por lo menos, tardarán 200 años en degradarse; además de que, debido a los fuertes vientos, este material se detiene en los alambrados de los lotes, así como en las ramas de plantas.
El daño a la naturaleza que generan las bolsas es grande no solo en Santa Cruz de la Sierra, que es el mercado consumidor más importante, sino en todo el país, que, según una encuesta del Centro para el Desarrollo Sostenible Molle, por año consume 2.973.726.680 unidades sin contar las utilizadas para cubrir comida o envasar refrescos, yogur, helados, leche entera y en polvo.
Cifras terroríficas
Las bolsas de polietileno, que se hicieron muy populares en el mundo desde los años 70, en nuestro país han generado una excesiva comodidad al comprador, pues ya no lleva a los mercados o a las tiendas de barrio los tradicionales bolsones de tela o de yute.
Para comprar pan en las ciudades de Bolivia fueron usadas 849.568.000 bolsas por año contra 103.070.500 en las zonas rurales. Esto genera un gasto de Bs 51.158.310 por año.
Pero la compra de productos de primera necesidad en los mercados urbanos arroja cifras mucho más altas, pues utiliza 1.104.438.400 bolsas contra 412.282.000 unidades en el campo. En otro tipo de compras diarias en las urbes se consumen 467.262.400 bolsas, mientras que en el área rural la cifra es de 37.105.380. En total el 81,42% de las bolsas utilizadas anualmente corresponde a las zonas urbanas y el restante 18,58% a las rurales.
Sin gestión ambiental
Poco se ha escuchado en la ciudad acerca de iniciativas municipales y departamentales que obliguen a mercados y supermercados a disminuir el uso de estas bolsas que, poco a poco, están siendo suprimidas en el mundo, siendo países como Irlanda y Bangladés los que, en 2002, dieron el primer paso para prohibirlas o restringir su gratuidad.
La activista medioambiental Eliana Torrico recordó que las bolsas plásticas son fabricadas a base de petroquímicos (combustibles fósiles) que son altamente contaminantes.
“Es una pena que en nuestro país no se hagan campañas de educación para concienciar a la población a través de los medios de comunicación; también se debe incentivar a las industrias y comercios para que remplacen el uso de este material por uno más amigable con el medioambiente”, anotó.
Por su parte, el abogado ambientalista Ricardo Saucedo ve un excesivo uso de bolsas para empacar un producto en el supermercado como el pan, al que lían hasta en tres bolsas.
“La restricción de debe institucionalizar, sé que el año pasado la Gobernación aprobó una resolución, pero no se la ejecutó, el municipio también debe buscar desincentivar su uso cobrando otras tasas”, expresó Saucedo
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