Si el hielo del Ártico se sigue derritiendo a la velocidad actual, agregará tal cantidad de agua dulce en el Atlántico Norte que con el tiempo podría alterar la formación de las piscinas de "aguas profundas" y corrientes que regulan la temperatura global, advierten expertos.
El oceanógrafo belga Roger François, jefe de una misión científica que integra 40 expertos a bordo del rompehielos "Amundsen" de la guardia costera de Canadá, estudia la historia del planeta a través de los secretos que esconden los océanos.
Sin querer ser alarmista, el paleoceanógrafo dijo a la AFP que, en lo últimos dos millones de años, las temperaturas globales han subido y caído en ciclos de 100.000 años, en los cuales se forma una capa de hielo sobre la superficie del Ártico que luego se derrite rápidamente.
El último periodo de calentamiento ocurrió entre 20.000 y 15.000 años atrás y dio lugar a un incremento del nivel del mar de unos 130 metros.
"Esta es realmente la tendencia con los deshielos en Groenlandia y la Antártida (...) La mayor diferencia con la actualidad es la escala de tiempo. Nunca antes el deshielo había sido tan rápido" como ahora, dijo.
Cada ciclo está marcado por un incremento del carbono en la atmósfera. En el último cambio climático, la tasa de dióxido de carbono en el aire aumentó de 180 partes por millón (PPM) a 280 PPM en 5.000 años. Hasta la Revolución Industrial, el nivel se mantuvo en 280 PPM, pero desde entonces se disparó a más de 400 PPM en 2015, detalló el científico. "Si continuamos así, terminaremos al final del siglo con tasas que no hemos tenido desde los tiempos de los dinosaurios, en la Era Mesozoica", con 1.000 PPM, señaló el profesor.
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