La solución a la basura es el reciclaje. La afirmación corresponde al ingeniero civil Martín Ruiz. Nacido en Los Ángeles, Estados Unidos, el experto estuvo de visita en La Paz la anterior semana e hizo algunas sugerencias para luchar contra la basura, producto de su experiencia al frente del programa Cero Basura en el norte.
¿Sabías que existe una prohibición para utilizar las bolsas plásticas en el Estado de San Francisco?, pregunta Ruiz. En Norteamérica se intenta, a partir de la familia y luego la escuela, crear una cultura sobre la basura y el reciclaje. Esa es la primera tarea en la que deben trabajar las comunidades.
“Primero nosotros debemos saber qué tipo de residuos sólidos se producen en La Paz para después aplicar los métodos de reciclaje”, explica el especialista en su primera visita a Bolivia. En el mundo existen tres tipos de residuos: sólidos, líquidos y gaseosos. El año pasado, un estudio pudo determinar que el 60 por ciento de los desechos en La Paz son orgánicos. No se conoce de un estudio similar en El Alto, aunque muchas personas se acercan a los botaderos para rescatar botellas de plástico y otros.
“No se trata de tener más rellenos sanitarios, se trata de reciclar y que un relleno funcione como tal y no como un simple botadero”, insiste Ruiz.
El ingeniero civil resume su plan de Cero Basura en promover la sostenibilidad, conservar los recursos, reducir fuentes de energía, recuperar el máximo de material orgánico y proteger la salud pública y el medio ambiente. Considera que se debe premiar a quienes reciclan y sancionar a aquellos que no lo hacen.
“Es un principio de responsabilidad; por ejemplo, en Estados Unidos no cayó bien que las autoridades sancionen a quienes producen basura y que no reciclan, luego se crearon mecanismos para premiarlos mediante impuestos u otros canales a quienes sí lo hacen”, cuenta el experto al comentar sobre el creciente mercado para el reciclaje.
“El reciclaje tiene mucho mercado en el mundo y nosotros debemos empezar a practicarlo, por eso creo que la familia es el punto de partida”, sostiene Ruiz. Para él, es necesario crear equipos que socialicen el daño ambiental que provoca la basura.
“Nosotros damos clases a los pobladores. En las escuelas, por ejemplo, premiamos con cuadernos y lápices de colores a los niños que depositan la basura de acuerdo con las características que posee”, puntualiza el ingeniero norteamericano.
Las aguas servidas también se pueden tratar. “En Los Ángeles tratamos el agua mediante varios métodos que pueden permitir volver a ser consumida; claro, el proceso es muy largo y costoso, pero se puede hacer”, precisa ante la inquietud de qué hacer con las aguas servidas de El Alto y Viacha que desembocan en el Titicaca.
En la ciudad de La Paz, el 60 por ciento de la basura es orgánico.
Para destacar
Los residuos electrónicos: teléfonos celulares, computadoras, cargadores y otros son la nueva basura del siglo XXI.
La opción para luchar contra este nuevo tipo de desechos es que las empresas electrodomésticas reciban este material.
Hay que apuntar —según Ruiz— a que las ciudades, mediante sus municipios, prohíban los desagües clandestinos.
En Los Ángeles, donde viven cuatro millones de habitantes, sólo hay un relleno. En La Paz hay uno que puede colapsar.
¿Sabías que existe una prohibición para utilizar las bolsas plásticas en el Estado de San Francisco?, pregunta Ruiz. En Norteamérica se intenta, a partir de la familia y luego la escuela, crear una cultura sobre la basura y el reciclaje. Esa es la primera tarea en la que deben trabajar las comunidades.
“Primero nosotros debemos saber qué tipo de residuos sólidos se producen en La Paz para después aplicar los métodos de reciclaje”, explica el especialista en su primera visita a Bolivia. En el mundo existen tres tipos de residuos: sólidos, líquidos y gaseosos. El año pasado, un estudio pudo determinar que el 60 por ciento de los desechos en La Paz son orgánicos. No se conoce de un estudio similar en El Alto, aunque muchas personas se acercan a los botaderos para rescatar botellas de plástico y otros.
“No se trata de tener más rellenos sanitarios, se trata de reciclar y que un relleno funcione como tal y no como un simple botadero”, insiste Ruiz.
El ingeniero civil resume su plan de Cero Basura en promover la sostenibilidad, conservar los recursos, reducir fuentes de energía, recuperar el máximo de material orgánico y proteger la salud pública y el medio ambiente. Considera que se debe premiar a quienes reciclan y sancionar a aquellos que no lo hacen.
“Es un principio de responsabilidad; por ejemplo, en Estados Unidos no cayó bien que las autoridades sancionen a quienes producen basura y que no reciclan, luego se crearon mecanismos para premiarlos mediante impuestos u otros canales a quienes sí lo hacen”, cuenta el experto al comentar sobre el creciente mercado para el reciclaje.
“El reciclaje tiene mucho mercado en el mundo y nosotros debemos empezar a practicarlo, por eso creo que la familia es el punto de partida”, sostiene Ruiz. Para él, es necesario crear equipos que socialicen el daño ambiental que provoca la basura.
“Nosotros damos clases a los pobladores. En las escuelas, por ejemplo, premiamos con cuadernos y lápices de colores a los niños que depositan la basura de acuerdo con las características que posee”, puntualiza el ingeniero norteamericano.
Las aguas servidas también se pueden tratar. “En Los Ángeles tratamos el agua mediante varios métodos que pueden permitir volver a ser consumida; claro, el proceso es muy largo y costoso, pero se puede hacer”, precisa ante la inquietud de qué hacer con las aguas servidas de El Alto y Viacha que desembocan en el Titicaca.
En la ciudad de La Paz, el 60 por ciento de la basura es orgánico.
Para destacar
Los residuos electrónicos: teléfonos celulares, computadoras, cargadores y otros son la nueva basura del siglo XXI.
La opción para luchar contra este nuevo tipo de desechos es que las empresas electrodomésticas reciban este material.
Hay que apuntar —según Ruiz— a que las ciudades, mediante sus municipios, prohíban los desagües clandestinos.
En Los Ángeles, donde viven cuatro millones de habitantes, sólo hay un relleno. En La Paz hay uno que puede colapsar.
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