"Los impactos de la deforestación pueden ser mucho más grandes que los impactos del cambio climático, y por ello procesos para frenar la deforestación son una prioridad", dice la investigadora Jocelijn Carmen-Thera François, con base en una revisión del estado del arte de los estudios e intervenciones realizados hasta el momento en el país.
Los datos recogidos de estudios del desaparecido Programa Nacional de Cambio Climático, a los que tuvo acceso el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia, muestran que la deforestación fluctúa entre 300 mil y 350 mil hectáreas por año, y sumada toda el área deforestada se tiene aproximadamente seis millones de hectáreas deforestadas (la mitad de esa superficie en la última década). Las proyecciones muestran que para el año 2100 serán desforestados 37,7 millones de hectáreas de bosques en el país.
Los bosques cumplen la "función de regulación climática, protección de riesgos, conservación y regulación de los ciclos de agua, protección de cuencas y control de la erosión, fijación de carbono, hábitat de vida silvestre y diversidad biológica, provisión de alimentos, material de construcción, etc.2, de ahí su importancia en los procesos de adaptación y mitigación del cambio climático.
Jocelijn François elaboró el documento "Avances en el conocimiento. El impacto del cambio climático en la biodiversidad (Bolivia)", en colaboración entre el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y el Instituto de Ecología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), como reporte técnico exploratorio del estado de la investigación y del conocimiento en el país sobre esta materia.
"Hay indicadores de que a escala nacional los cambios previstos en la biodiversidad serán causados en su gran mayoría por la deforestación, pero en la zona andina la influencia del cambio climático sobre la pérdida de la biodiversidad será prácticamente 100%", dice el informe realizado sobre la base de revisión de los estudios más actualizados.
El conocimiento de todos los procesos relativo a la biodiversidad es fundamental para poder tomar decisiones y aplicar políticas para su uso racional y su conservación. Pero también en este aspecto existen vacíos y falencias que fueron anotados por François: "Las investigaciones todavía son incipientes, poco coordinadas, son llevadas a cabo a nivel local pero no hay interacción entre los diferentes actores y hay poca difusión de los resultados, muchos resultados desaparecen en el exterior y en idiomas que no son accesibles para la población boliviana, y no pueden ser tomadas en cuenta".
A pesar de los avances en investigación, desde la generación de inventarios de flora y fauna hasta el desarrollo de modelos de proyección de la variabilidad climática, la conclusión es que, "a nivel general, la biodiversidad de Bolivia es todavía muy poco estudiada, tanto a nivel de la identificación de especies como a nivel de especies, comunidades y ecosistemas específicos". El panorama se ensombrece más si se considera que "no hay estudios sobre la relación entre funciones de ecosistemas, servicios y los beneficios, ni sobre las consecuencias del cambio climático sobre esta interrelación por ejemplo, los impactos de la migración sobre los ecosistemas".
Y en las acciones de intervención la situación es parecida, la compiladora de los más recientes estudios sobre el tema dice que "en Bolivia las actividades de conservación de la biodiversidad frente al cambio climático, de gestión del riesgo climático y adaptación se encuentran en una fase inicial todavía y en la mayoría de los casos aún no existen datos concretos sobre los resultados, lecciones aprendidas, etc.".
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