Más que un descubrimiento científico se trata de una revalorización de los saberes ancestrales entre los pueblos indígenas, para quienes ninguna de las “especies nuevas” que se presentan en grandes titulares de la prensa mundial, les son desconocidas. El Tapirus kabomani, considerado el más pequeño de la especie, ha sido catalogado como “nueva especie” en diciembre del pasado año al ser “descubierto” entre los pueblos indígenas de la Amazonia en Brasil y Colombia; pero en Pando, Bolivia, ya fue fotografiado el año 2003 y los indígenas de la región sabían distinguir el pequeño del grande con sus nombres propios locales…© Silvia Antelo Aguilar | Redacción Sol de Pando En diciembre 2013, la existencia del tapir o anta más pequeño del mundo fue confirmada por un equipo de investigadores brasileños liderizado por Mario A. Cozzuol. Se trata del Tapirus kabomani, mucho más pequeño que el tapir amazónico común catalogado científicamente como Tapirus terrestris. El Tapirus kabomani es conocido vulgarmente como “tapir negrito”, “tapir enano” o “tapir pigmeo”. Se diría que es equiparable al poni con relación al caballo.
Su nombre científico deriva del nombre con el que lo conocen los indígenas amazónicos: Arabo Kabomani, que significa tapir en la lengua indígena Paumarí, al suroeste del Brasil, donde es endémico. Aquel hallazgo había confirmado una vez más que la vasta biodiversidad en torno a los pueblos indígenas amazónicos, apenas está empezando a descubrirse en su real magnitud.
El pequeño tapir convive con las poblaciones amazónicas ancestralmente, junto a su pariente más grande, el anta común. Durante 101 años la ciencia moderna se resistió a admitirla como una especie diferente, pese a las evidencias ya obtenidas en 1912 (cuando Teodoro Roosevelt, siendo presidente de EE.UU. llegó al Mato Grosso de cacería y disparó contra un kabomani; no obstante que los nativos afirmaban que se trataba de una especie diferente a la común, el cráneo del animal se catalogó en el Museo de Historia Natural de Washington como el de una cría del Tapirus terrestris). No fue sino un siglo después debido al trabajo de Cozzuol, en diciembre del pasado año 2013, que se la catalogó como una “nueva especie” con el nombre de Tapirus kabomani, para diferenciarla de su pariente gigante.
Se trata del quinto tapir descubierto en el mundo desde 1865, y es el primer mamífero de la orden Perissodactyla (que incluye tapires, rinocerontes y caballos) en más de cien años.
Su hábitat abarca a Pando
En el informe publicado por Sol de Pando el pasado 25 de diciembre, se establece que “el pequeño tapir se encuentra distribuido en los estados de Amazonas, Rondônia, y Mato Grosso en Brasil y en el departamento de Amazonas en Colombia. De acuerdo a datos proporcionados por los indígenas y documentos fotográficos, también podría estar presente al este del Amazonas a lo largo del Escudo de Guyana (Amapá en Brasil y sur de Guyana Francesa)”.Sin embargo, este pequeño tapir también existe en Bolivia, concretamente en el departamento de Pando, donde fue fotografiado el año 2003. Los biólogos bolivianos Vincent A. Vos y Huáscar Bustillos Cayoja recolectaron todas las evidencias científicas que demuestran que el anta kabomani también habita en las selvas amazónicas de Bolivia.
“Considerando la cercanía del lugar de descubrimiento de Tapirus kabomani a la frontera boliviana, ya se han iniciado esfuerzos para verificar su presencia en el territorio nacional. Los estudios preliminares han permitido identificar fotos y un individuo en cautiverio que presentan las características de la nueva anta. Su identificación incluso ha sido confirmada por el mismo Mario A. Cozzuol, por lo tanto sería el primer registro de Tapirus kabomani como nueva especie mastozoológica para Bolivia” señala Vincent Vos, investigador que fotografió al pequeño animal en Pando el año 2003.
Sobre la base de este registro de imágenes los investigadores bolivianos enviaron los datos a Cozzuol quien confirmó el primer registro de Tapirus kabomani como nueva especie mastozoológica para nuestro país.
“Es innegable” —explica Bustillos por su parte— “que los avances tecnológicos en cuanto a los análisis molecular y genético han facilitado la investigación de Cozzuol”.
Pero ambos científicos bolivianos resaltan que su descubrimiento fue el resultado directo de una mayor valorización del conocimiento tradicional de los pueblos sobre la biodiversidad en la región, ya que grupos indígenas y cazadores brasileños hace mucho tiempo ya han diferenciado dos especies de antas. En grandes partes de Brasil la nueva especie de anta es conocida como “pretinha” (negrita) mientras que el anta común es conocida como “anta-açu” (anta grande).
El descubrimiento podría revolucionar el rescate de los saberes
En Bolivia, Vincent Vos ha podido verificar una diferenciación similar a la obtenida por Cozzuol, contrastando el Tapirus kabomani –conocido como en Pando como “anta negra, “anta chica” o “anta pata de burro”—, contrastándola con el anta común (Tapirus terrestris) que también es llamada “anta grande” o “anta de pata chica”. El último nombre resalta la importancia de la diferencia en el tamaño de las patas y en las huellas, ya que estas constituyen los principales indicios de su presencia, tanto para los pobladores locales, como para los biólogos.“Es interesante mencionar que hace más de 10 años ya se habían registrado estos nombres comunes y el criterio de que existen dos especies diferentes en la Amazonía boliviana, pero al igual que en el caso del espécimen de Roosevelt, la falta de mayor evidencia hizo descartar las descripciones como simples variantes del anta común” explica Vos.
El descubrimiento de la nueva anta abre una nueva perspectiva en la clasificación de especies bolivianas y obliga a los investigadores a analizar nuevamente las descripciones de los pobladores locales sobre la biodiversidad de la región.
“Si los pobladores del campo y los pueblos indígenas estaban en lo cierto en cuanto a la existencia de esta segunda especie de anta, entonces debemos tomar más en serio sus otras apreciaciones”, sostienen los investigadores bolivianos en un informe entregado a Sol de Pando.
En base a las descripciones rescatadas durante años de estudios y entrevistas en la Amazonía boliviana —afirman Vincent Vos y Huáscar Bustillos—, “debemos analizar la posibilidad de la existencia de una segunda especie de bufeo o delfín en aguas bolivianas (probablemente Sotalia fluviatilis), la posible existencia de una nueva especie de mono tití o mono leoncito (Saguinus sp.) de color pajizo, y varias otras especies de mamíferos, aves y otros vertebrados aún no conocidas por la ciencia o desconocidas dentro del territorio boliviano” señalan los investigadores.
Bolivia institucionaliza el desconocimiento científico
El valioso descubrimiento de este tapir demuestra la necesidad de reforzar los esfuerzos nacionales para los inventarios de fauna y la investigación biológica en general, explican los biólogos.“Las posibilidades de que la nueva especie de anta Tapirus kabomani se convierta en lo que en conservación se llama ’especie bandera’ son muy altas y su sola presencia en los bosques de la amazonia boliviana refuerza aún más su riqueza natural” afirman.
Sin embargo advierten que este nuevo descubrimiento tiene que ir acompañado de políticas públicas efectivas para poder asegurar una valorización adecuada. Ambos investigadores expresan su preocupación por la poca inversión de recursos de diferentes niveles del Gobierno, ONG´s y Fundaciones para el estudio de la biodiversidad, resultando en un conocimiento limitado y disperso de la riqueza biológica de Bolivia.
Según ambos científicos, Bolivia está subvalorando y desaprovechando su posición entre los 10 países con mayor diversidad biológica del mundo. Se conoce en el país alrededor de 18.000 especies de plantas, 2.828 especies de vertebrados y aproximadamente 1.000 especies de hongos. Bolivia además presenta un nivel alto de endemismo con estimaciones que indican que el 20 a 25% de las plantas vasculares podría estar restringido al país.
A pesar de esta enorme diversidad biológica, es sorprendentemente difícil obtener información en nuestro país, señala Bustillos.
“Uno de los casos más evidentes es que Bolivia se encuentra entre los cinco países con mayor diversidad de aves a nivel mundial, y es simplemente una vergüenza que el país ni siquiera cuenta con una guía de aves propia, mientras que países con similares o incluso menores niveles de diversidad están reconociendo y aprovechando su potencial económico”, revela.
Los investigadores del Tapirus kabomani en Bolivia
Vincent A. Vos es Master de biología con más de 12 años de experiencia en la Amazonía boliviana donde ha realizado numerosos estudios sobre la ecología forestal y el uso de la biodiversidad amazónica por campesinos e indígenas. En su tiempo libre es aficionado de la observación y la fotografía de la vida silvestre. Actualmente trabaja en el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado Región Norte Amazónico (CIPCA-N.A.) en Riberalta donde realiza un estudio sobre los beneficios económicos y ecosistémicos de sistemas agroforestales.
Huáscar Bustillos Cayoja es Biólogo especialista en la temática de conservación, áreas protegidas e investigación, ha realizado estudios en los bosques de Santa Cruz y Beni, relacionados al conocimiento de los pueblos indígenas (Yuracares, Tsimanes). También desarrolla estudios sobre ecología de pequeños marsupiales, roedores vinculados con enfermedades y comportamiento y evolución de tatuses. Actualmente se dedica a la consultoría independiente y forma parte del equipo investigativo de Jenecheru TV.
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