Cuando cae la noche suelen salir de sus moradas en busca de alimento. Sigilosos y escurridizos bajan por cerros y recorren las áreas naturales de zonas periféricas de La Paz. Son nuestros vecinos silvestres, mamíferos que, indiferentes al crecimiento urbano, encontraron su hábitat cerca a casas de ladrillo y faroles de luz que alumbran las avenidas.
Hablamos del zorro andino, el titi y el gato montés. Especies identificadas en el proyecto "Distribución, abundancia relativa y dieta de mamíferos carnívoros en áreas periurbanas del valle de La Paz”, realizado por la Unidad de Manejo y Conservación de Fauna del Instituto de Ecología de la UMSA, con apoyo de la Alianza Gato Andino.
"Somos muy afortunados de que estos tres animales se encuentren tan cerca de La Paz, porque generalmente los carnívoros son muy sensibles a las alteraciones de las áreas naturales, especialmente a la urbanización”, afirma la bióloga Mariana da Silva, impulsora de la investigación.
Además de estas especies, en las áreas urbanas y periurbanas de La Paz confirmaron la presencia de otros mamíferos nativos como la vizcacha, el hurón, el zorrino y el venado andino o taruka, a través de fotografías y observaciones directas en las zonas.
Los rastros de heces y huellas fueron la señal más importante para iniciar la investigación en 2010, cuando, junto a la bióloga Zulma Chura, recorrieron las 21 áreas protegidas municipales de La Paz, desde la región andina de la Cumbre, pasando por la puna húmeda del Valle de las Ánimas, hasta la zona seca del Valle de la Luna y la Muela del Diablo.
En muchos de estos lugares aledaños a la ciudad hallaron también huesos y pieles de sus presas que, junto a los excrementos, sirvieron para realizar un minucioso análisis de laboratorio sobre el tamaño, la forma y el contenido, principalmente.
"En las heces de zorro encuentras pelos y huesos, se puede distinguir mandíbulas de ratones, pero también encuentras semillas, cuando no hay muchas presas. Los felinos, en cambio, son estrictamente carnívoros”, apunta Mariana.
Si bien estos análisis les dieron una pauta, al principio fue difícil determinar con certeza qué especies eran, por no contar con análisis genéticos, que en Bolivia prácticamente no se realizan.
Sin embargo, dispuestas a demostrar su teoría, pusieron trampas-cámara en el terreno de Mecapaca y lograron captar en fotografías y videos la presencia del gato montés, que con cautela se acerca a un bebedero para tomar agua en pleno atardecer.
A este tipo de registros se suman testimonios de vecinos de Palcoma, Pantini, Chicani, Jonkhomarca y Chiaraque en la Muela del Diablo, entre otros, que con plena convicción aseguraron haber visto a estos carnívoros.
Amenaza latente
La presencia de estos animales silvestres cerca a la hoyada, explica Zulma, en muchos casos significa una amenaza para agricultores y ganaderos que, creyendo que atacan a sus vacas, chanchos, gallinas y ovejas, los matan sin piedad.
"Ellos están en la cima de la cadena alimenticia, así que regulan el número de los animales que son sus presas. Cuando los carnívoros desaparecen de un lugar, también sufren las consecuencias los otros animales y plantas que viven ahí”, afirma la bióloga.
Su dieta, por lo general, se basa en liebres, vizcachas y roedores, consideradas una plaga por atacar cultivos y causar enfermedades. Además, los zorros también se alimentan de algunas plantas y semillas que después dispersan en sus heces, ayudando a que las plantas crezcan en otros lugares.
Mientras que el hurón, el venado y el zorrino son importantes como presas para los predadores y controlan el crecimiento de las plantas. Algunos de ellos también dispersan semillas y comen insectos-plagas de los cultivos.
No obstante, al vivir en áreas urbanas y periurbanas también se ven amenazados por la contaminación de las aguas, la cacería y la destrucción de cerros, principalmente.
El titi o gato de pampas, por ejemplo, está categorizado en Bolivia como una especie vulnerable a la extinción, por estar expuesto a la caza y pérdida de hábitat. "Es cazado para usar su piel en rituales y por ser considerado peligroso para las aves de corral”, dice Mariana.
El gato montés, en las décadas del 70 y 80, fue el felino más cazado para el comercio de pieles en Latinoamérica. En la actualidad, se estima que en el país sus poblaciones tienden a disminuir principalmente por la alteración de su hábitat y por ser sujeto de cacería.
La situación del zorro es diferente. "Es una especie común, pero puede desaparecer en hábitats muy alterados, donde sus presas han desaparecido, o donde se lo caza para rituales o por ser considerado perjudicial para el ganado”, explica la investigadora.
Con este tipo de registros nuevos y valiosos, Mariana lleva adelante la campaña "Nuestros Vecinos Silvestres” para difundir sus hallazgos, promover el cuidado de la fauna que vive en los alrededores de la urbe y demostrar que es posible convivir con ellos en armonía, tal como lo habrían hecho nuestros antepasados, hace muchos siglos.
En La Paz hay un centenar de aves silvestres
Los cielos de La Paz, tanto en el área urbana como periurbana, están conquistados por al menos un centenar de aves silvestres nativas que, a pesar del ruido y la contaminación, encontraron un lugar para hacer sus nidos.
Álvaro Garitano, investigador de la Unidad de Manejo y Conservación de Fauna de la UMSA, asegura que de éstos, 30 especies se encuentran en áreas naturales de urbe y cinco sobrevuelan en el centro de la ciudad.
"Las aves sufren la amenaza de la contaminación por gases tóxicos, a impactos estresantes por el ruido de la ciudad y también a patógenos de ríos contaminados donde algunas especies se alimentan”, explica.
Uno de los objetivos de la campaña "Nuestros Vecinos Silvestres” es generar registros de animales silvestres con el apoyo de la ciudadanía, que expone sus fotografías en la página de Facebook.
En pasados días, Lissett Arandia subió la imagen de un alcamari en pleno centro de Miraflores. Al ser un ave carroñera, se alimenta de animales muertos en descomposición, con lo que reducen la propagación de patógenos.
Giovanni Ríos también fotografió al águila Mamani (Geranoaetus polyosoma) desde su ventana en Sopocachi.
"Estas aves son muy buenas cazadoras, se alimentan de pequeños animales, como roedores, ayudando a controlar plagas”, explica la bióloga Mariana da Silva.
Para cuidar éstas y otras especies que rondan la hoyada, Garitano recomienda preservar las áreas verdes, sembrar árboles y tener jardines en casa. "Se necesita cambiar la perspectiva, valorar los escenarios naturales y exigir más áreas verdes”, asegura.
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