Para romper la inercia de tragedias que traen anualmente las lluvias, las autoridades del sudoriental estado brasileño de Río de Janeiro pretenden que sus alcaldías incluyan un mapa de riesgo ambiental en sus obras de infraestructura, para así impedir edificaciones en áreas vulnerables.
La iniciativa, promovida por la estadual Secretaría de Estado de Ambiente y que deberá ser aprobada por la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro (Alerj), fue anunciada en medio de una nueva catástrofe climática en este distrito.
Desde que comenzó el año, la estación de las lluvias del verano austral ya ocasionó al menos tres muertos, mientras miles de personas quedaron sin techo por derrumbes e inundaciones, según Defensa Civil.
“Decidimos enviar este proyecto de ley a la Alerj para contener el ‘populismo’ suicida de algunos alcaldes, que ignoran los mapas de áreas de riesgo”, dijo el secretario de Ambiente de Río de Janeiro, Carlos Minc.
“Ya vi alcaldes construyendo calles e instalando servicios para la población en lugares apuntados por los estudios como vulnerables a los desastres naturales, con riesgo de muerte inminente”, argumentó.
Los mapas de riesgo se convertirán en documentos públicos oficiales y “las alcaldías estarán obligadas a incorporar sus determinaciones y restricciones a sus planes rectores y a las leyes de uso de suelo”, añadió.
Un estudio del Servicio Geológico estadual, divulgado el 7 de este mes por el diario O Globo, reveló que en Río de Janeiro hay áreas de riesgo en 67 de sus 92 municipios, donde residen unas 36.000 personas.
El ingeniero geotécnico Willy Lacerda lo atribuyó a que la mayoría de esos municipios está en áreas montañosas que por su “morfología y geomorfología” son susceptibles a deslizamientos por lluvias fuertes.
La cartografía de las zonas de riesgo serviría para evitar o por lo menos minimizar tragedias climáticas, destacó Lacerda. En algunos casos promovería la evacuación de las áreas vulnerables y en otras la construcción de obras estructurales de ingeniería, por ejemplo, para reforzar las laderas.
Los mapas deben tomar como base parámetros como la geología, la forma del terreno (inclinación y concavidad), la espesura y la resistencia del suelo, y la vegetación.
“Se definen así las áreas donde la probabilidad de deslizamientos es mayor o menor; luego, se pueden identificar las viviendas más proclives a deslizamientos”, en una escala de riesgo muy alto, medio y bajo, dijo.
También se puede calificar el riesgo de inundaciones a partir de la hidrología local y de los índices de lluvia máximos y promedio esperados, explicó el técnico.
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