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viernes, 16 de junio de 2017
Abejas y cambio climático
Los efectos del cambio climático y El Niño se recrudecen cada vez más en Latinoamérica. Los incendios ocurridos en Chile y las inundaciones de Argentina este año han reducido el número de colmenas y la población de abejas en estos países. Pero el impacto podría ser mayor entre los insectos nativos silvestres en el resto del continente, donde sufren con dureza las consecuencias del clima y de las acciones antropogénicas.
El pasado mes de enero, las llamas arrasaron más de medio millón de hectáreas del centro sur de Chile, aniquilando a su paso bosques, matorrales, viñas, animales, casas y hasta poblados enteros.
De entre las cenizas surgieron nuevas víctimas con la que nadie había contado: las abejas. Se calcula que unas 4.500 colmenas resultaron quemadas en los incendios, lo que equivaldría a entre 250 y 400 millones de abejas, según los catastros realizados por la Red Nacional Apícola de Chile.
Pero no son las que perecieron las que preocupan a los expertos, sino las que sobrevivieron. Las flores de las que extraían el néctar han desaparecido con el fuego y tardarán años en recuperarse.
Chile alberga cerca del 2 por ciento del total de abejas silvestres de todo el mundo, es decir unas 440 especies que se caracterizan por no ser sociales, no vivir en familia y no producir miel. Sin embargo, “resultan vitales para el sustento de los ecosistemas naturales, el bosque nativo y para todo lo que conocemos que era Chile antes de la intervención humana”, explica a
Sinc Patricia Aldea, investigadora y directora del Centro para el Emprendimiento Apícola de la Universidad Mayor de Santiago (Chile).
Estos insectos son especialmente vulnerables al cambio climático ya que tienen poca capacidad de reacción ante los desastres naturales, cada vez más frecuentes en la región.
“Los incendios son un grave factor para la biodiversidad de los polinizadores nativos”, estima Aldea, que evalúa la pérdida de abejas nativas, para las que todavía no hay estudios oficiales.
Efectos de desastres naturales
Además de incrementar los incendios, el calentamiento global está cambiando rápidamente los regímenes de lluvia en América Latina. “Zonas con relativa o poca precipitación comparativamente están teniendo más agua y otras zonas que habitualmente eran más húmedas se están volviendo más secas.
Ante esto hay algunos animales que tienen más posibilidad de moverse que otros”, indica a Sinc Leonardo Galetto, biólogo e investigador del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de la Universidad de Córdoba (Argentina). Ante estas inundaciones, los incendios o el cambio del uso del suelo como ocurre con los grandes monocultivos de soya en Brasil, Argentina,
Paraguay y Uruguay, la mayoría de estas abejas —que son solitarias y hacen nidos en el suelo o en madera— “se ven directamente afectadas”, añade Galetto.
Junto con mosquitos y mariposas, las abejas son los polinizadores más importantes. De las 20.000 especies registradas en el mundo, 5.000 se encuentran en Sudamérica. Mil de ellas están en Argentina, donde desempeñan un papel esencial en la polinización de algunos productos típicos de este continente, un rol que no pueden ejercer las abejas de la miel.
“Es un impacto importante para las poblaciones de abejas nativas porque algunas están en retroceso y esa pérdida de diversidad es difícil de cuantificar”, señala el biólogo.
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