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lunes, 2 de octubre de 2017
En la UV-30 prevalecen plantas que desaparecieron en otras zonas
Un ecosistema urbano es el espacio en el que lo natural y lo artificial se conectan. En la unidad vecinal (UV) 30, más conocida como Santa Rosita, esta simbiosis entre diversidad arbórea y construcción desvela que existen más de 800 plantas de 20 variedades, en peligro de perderse, si no se trabaja en la planificación y la concienciación del rol que tienen las áreas verdes en la salud, la temperatura y como parte de la identidad de los cruceños.
Los beneficios de los árboles se multiplican cuando están en grupo porque ayudan a prevenir que los barrios se inunden, recargan los acuíferos subterráneos (por la porosidad del suelo que propician sus raíces) y purifican el aire, según explicó el director del programa ciudadano Revolución Jigote, José Antonio Prado, impulsor del censo arbóreo en la UV- 30, que se realizó en seis jornadas a lo largo del año, con el apoyo de vecinos, de integrantes del Colectivo Árbol y del grupo de voluntariado Actividades Ok.
La unidad vecinal 30 se encuentra en la zona este de la ciudad, conformada por los barrios Santa Rosita, Santa Teresita, Militar y Cotas. Desde inicios de año es escenario de este programa piloto que tiene por objetivo el registro de los árboles (variedad y estado) y el de constituirse en una experiencia pedagógica para la formación de los vecinos.
El censo
Según los datos preliminares del censo, existe una variedad de árboles en su mayoría oriundos de la región. Los más abundantes son los tajibos morados (80) y blancos (20), los toborochis (60) y los jebió (30). También hay gran cantidad de palmeras como los totaís y los sumuqué. En menor cantidad se identificó los gallitos rojos, los motoyoés, los jacarandas y diferentes tipos de bibosis.
“Se destaca que hay una gran cantidad de árboles frutales. Se ubican en su mayoría donde vive la gente de mayor edad. Los valoran porque ellos mismos los plantaron y los vieron crecer”, dijo.
Otro aspecto a destacar es que se identificó plantas que están desapareciendo en otras zonas de la ciudad, pero que en la UV todavía se preservan.
Las amenazas
Entre los factores de riesgo se observó las remodelaciones de plazas y otros espacios abiertos, en los que se encierra con cemento hasta el último centímetro alrededor del tronco del árbol, lo debilita paraa la absorción del agua y hace brotar sus raíces, lo que es motivo para que se corte.
“Otro factor de riesgo es la poda inadecuada. Los trabajadores de la CRE cortan el árbol para que no toquen los cables, lo que desequilibra su peso y provoca su caída”, alertó Prado. Además que muchos vecinos podan los árboles como mejor les parece, con machetes con metal oxidado y sin un criterio técnico.
“Faltan normativas municipales. Si bien se dice que hay una gestión que prioriza la ecología, tenemos antecedentes nefastos como el 2013, cuando se talaron 300 árboles en la avenida Roca y Coronado y cuarto anillo, o el año pasado, cuando se terminaron de talar los otros 300 árboles y lo dejaron pelado”, recordó.
Los beneficios
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las urbes dispongan, como mínimo, entre 10 y 15 metros cuadrados de área verde por habitante distribuidos equitativamente en relación a la densidad de población y la edificación. Sostener este indicador ayuda a que la ciudad tenga mejor temperatura, mejor infiltración de agua de lluvia, retenga el polvo atmosférico (pequeñas partículas sólidas como el hierro y otras sustancias) y conserve su biodiversidad.
Al respecto, Prado pone un ejemplo: “Resulta que hay ciertos árboles frutales que atraen a ciertos tipos de murciélagos urbanos que no se los ve de día, pero que de noche se comen cientos de mosquitos. Tenerlos ayudaría mucho más que una campaña de fumigación contra el dengue o el chikunguña de una vez al año”, afirmó.
En cuanto al aspecto nutricional, destacó los beneficios de variedades como el motoyoé (que elimina parásitos), guabirá (contra diarreas o catarros) o el tarumá (rico en proteínas, grasa y otros nutrientes).
“Los árboles se ayudan entre sí, mientras uno le aporta nitrógeno en el suelo, el otro le cubre de los vientos, el otro atrae las aves que los polinizan y así sucesivamente. Hay una relación compleja y maravillosa”, agregó.
Por este motivo, recalcó que no es muy recomendable la introducción masiva de especies foráneas, porque las aves o los insectos no interactúan con ellos porque desconocen sus frutos o flores.
La experiencia
El paso más difícil es movilizar a las personas. Una de las vecinas que participó es Sandra Cruz, quien se animó debido a que conocía las iniciativas que realiza Revolución Jigote.
“Fue una experiencia muy grata, porque me considero una amante de las plantas, descubrí muchas cosas. Más que la labor de registro de las variedades, lo que valoro es el conocimiento”, dijo. Hasta fin de año se espera concluir con el censo de toda la zona de equipamiento y las calles aledañas de la UV, para crear corredores ecológicos, que son como una hilera de árboles que interactúan entre sí y dinamizan la biodiversidad.
Para el próximo año el objetivo es censar la totalidad de los barrios que componen la unidad vecinal y lograr que sean los propios vecinos los que cuiden y exijan al municipio un mejor control de los espacios verdes.
Se identificó una serie de árboles que requieren un cuidado o, caso contrario, representarían un peligro para los ciudadanos. Esta información será sistematizada y se espera que sirva como referente para otras iniciativas similares.
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