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domingo, 26 de marzo de 2017
Revalorizan las plantas nativas
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Sólo el 10 por ciento de la cobertura vegetal de la ciudad corresponde a especies nativas del valle cochabambino como el molle. El 70 por ciento son especies exóticas como el eucalipto y el 20 restante nativas de otros lugares de Bolivia, según el plan municipal de forestación y reforestación.
Los cientistas aseguran que es necesaria la creación de políticas públicas y legislación para el cuidado de estas especies. Sólo el molle está protegido por la Ley 1278, sin embargo, resta su reglamentación.
Las zonas se caracterizaron por diferentes variedades de especies nativas, pero el crecimiento de la mancha urbana fue reduciendo su espacio y afectando el ecosistema natural.
Antes, debajo la cota 2.750 m.s.n.m del Parque Nacional Tunari, se podía encontrar el ll’oke y el aliso que ahora prácticamente no existen. El chillijchi y la jarka predominaban en la zona norte de la ciudad, contó la cientista ambiental Karen Córdova. El cedro es otra especie que desapareció.
La pérdida de estas especies ha impactado en el clima de la región y en la biodiversidad endémica o propia del lugar. Por ejemplo, la “monterita” era un ave que vivía en relación directa con la kewiña, una especie nativa de la cordillera del Tunari.
La ventaja de las especies nativas frente a las exóticas es su capacidad de adaptación. Además, requieren menos agua y se pueden reproducir de manera amena con el medio ambiente, indicó Córdova.
Las especies más introducidas fueron el ficus y paraíso, en el área urbana. El eucalipto y el pino, en los bosques, cuando se reforestó la zona periurbana de la ciudad para el manejo de cuencas, dijo la cientista.
Según el investigador del Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad de San Simón, Edgar Gareca, el área de distribución de las especies nativas en Bolivia se ha perdido en un 90 por ciento. Sólo un 10 por ciento se considera potencial.
Gareca considera que la presión antropogénica o del hombre y el proceso de urbanización de la tierra afectan el desarrollo de estos árboles.
“Las especies exóticas han cambiado el sistema, el ciclo del agua, el sustrato, la composición y acidez del suelo”, dijo.
Por su parte, la ingeniera forestal Sara Jiménez señaló que los procesos de forestación no han sido bien planificados.
“La composición florística es pobre, porque se han priorizado especies exóticas, ese el caso del paraíso y ficus, cuando se introducen otras especies, afectan la biodiversidad y al ecosistema”, aseguró Jiménez.
Otra de las falencias identificadas es que, además de la falta de cobertura vegetal, los árboles cumplieron su ciclo de vida natural, por lo que se requiere con urgencia un diagnóstico de esta situación en toda la región.
En los últimos meses, la tala de molles, jarkas y eucaliptos movilizó a activistas y ciudadanos. Tiquipaya y Vinto fueron los municipios más afectados.
Los profesionales recomiendan la rearborización con especies nativas, aunque hicieron énfasis en la planificación tanto para la siembra como para los cuidados. “Se debe ver la funcionalidad de las especies, la variedad y el tema urbano”, dijo.
Desde 1995, el Centro de Semillas Forestales (Basfor) cultiva las especies nativas del valle de Cochabamba que usan las alcaldías y la Gobernación para forestar sus áreas verdes.
El responsable de la producción, Jorge Valencia, comentó que cada especie se adapta a un tipo de suelo, altitud y clima del departamento. Por ejemplo, la kewiña es oriunda de lugares fríos y zonas altas. En tanto que el molle es una de las especies más adaptables.
Actualmente, dentro del plan maestro de forestación del municipio se usan los plantines de este vivero para las torrenteras de la zona norte que se hallan erosionadas por la sequía.
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