domingo, 10 de febrero de 2013

Comunarios de Pando son dueños del bosque

Geisha y Mireya, dos comunarias de Limón, junto al Manuripi en Pando, cuentan su historia: Hasta hace unos cinco años venía el maderero, consultaba con algún comunario, le señalaban el lugar, el maderero entraba con su gente, talaba sin ningún control forestal, pagaba un precio arbitrario y se iba.

Hoy Geisha y Mireya, junto con todos los hombres de su comunidad, planifican el uso sostenido del bosque, administran la explotación de la madera, colaboran con los hombres de la comunidad en la tala de los árboles seleccionados y venden la madera a una empresa comunitaria, para después distribuirse los recursos en la comunidad. Es decir, se han convertido en gerentes de su comunidad y socias de una empresa, pero una empresa muy distinta a las demás. Y de paso, han logrado algo que quizá es incluso más importante para ellas: demostrar que, siendo mujeres, pueden constituirse en parte activa de sus comunidades.

“Yo sólo era ama de casa… nunca me hubiera imaginado ser planillera, brujulera y administradora”, relata con orgullo Geisha, en un encuentro sostenido el martes pasado de la comunidad de Limón con una delegación sueca, en la que se encontraba la embajadora del Cambio Climático, Anna Lindstedt, que visitó el lugar para observar el avance de estos proyectos.

Y es que las cosas en Limón, Villa Bella, Holanda y Monte Lindo, poblaciones de Pando, a orillas del Parque Manuripi, además de otras comunidades en Guarayos (Santa Cruz) e Ixiamas (La Paz), cambiaron radicalmente desde que la Fundación PUMA (Producción y Uso Sostenible del Medio Ambiente) y su ramal PUMA Fondo Ambiental, incursionaron en estos lugares con su programa forestal Baba Carapa (en idioma tacana, Casa del Yanacona mayor, o sea el bosque).

Baba Carapa arrancó hace tres años y medio con el apoyo del Reino de los Países Bajos (Holanda) y la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI), con tres objetivos fundamentales: promover un manejo sostenido de bosques, apoyar la reducción de la pobreza e impulsar la equidad de género.

Así, se implementaron cinco programas, de los cuales resaltan el de la Forestería Comunitaria, dedicado a financiar y capacitar en el manejo sostenido de bosques, por lo que los comunarios adquieren destrezas en temas de administración, planificación, topografía (que incluye manejo de brújulas y GPS), escuela de gestión, de proyectos y otros.

Era necesario sistematizar el tipo de árboles, saber en qué momento talarlos y cuáles conservarlos. Por ejemplo, los árboles semilleros, que garantizan la subsistencia.

Pero el manejo sostenido de bosques no podía ir de manera separada de ingresos, por lo que el segundo programa dio nacimiento a los Confor (los Centros Comunitarios de Negocios Forestales), instalados en Porvenir (Pando), Guarayos e Ixiamas. En su parte más representativa, los Confor son industrias aserraderas que complementan el proceso comprando la madera a los mismos comunitarios capacitados, por lo que éstos terminan convirtiéndose en socios de la empresa. “Queremos socios no sólo en el proceso, sino también en la parte activa… había que llegar hasta el final”, explicó Mireya en una entrevista anterior con PUMA.

Cada una de estos Confor tiene distintos niveles de avances, pero todos marchan y tienen un mismo desafío urgente: convertirse en empresas autosostenibles. Al menos, ése es el desafío para 2013. Y lo van logrando. La madera, cuarteada y pulida, ya cuenta con mercado estable en Cochabamba, y la certificación está a un paso para hacer que el producto esté plenamente consolidado como “de exportación”.

Monte, fango y esperanza

Llegar a Limón implica más de siete horas de viaje desde Cobija. Seis de esas horas (desde Porvenir) constituyen un camino monumento al barro. Limón es un caserío de 25 familias, que ni siquiera figura en el mapa. Las chozas son de tablas, dispersas alrededor de una canchita de fútbol o repartidas camino adentro. Sus habitantes son muy amables con los recién llegados y les ofrecen lo mejor de lo que tienen en casa.

“Antes los jóvenes no teníamos mucho futuro. Sólo soñábamos con tener un motocicleta e ir a trabajar a Cobija de mototaxistas”, refiere José Curupi.

Ellos nos guían al sector de aprovechamientos de árboles. No existe camino y el vehículo que ingrese deberá abrirse paso por la maleza, talando árboles, macheteando arbustos y exponiéndose a enjambres de mosquitos. Incluso los caminos abiertos vuelven a cerrarse por los árboles caídos o el fango. “Alto, dice uno de los guías… una huella de tigre”, y señala el suelo rasgado.

Una vez en el sitio donde están marcadas las postas, los jóvenes se lucen demostrando a los recién llegados lo aprendido en cuanto a localización y registro de árboles. Ellos son la esperanza para la comunidad.





FUNDACIÓN PUMA

La Fundación Producción y Uso Sostenible del Medio Ambiente (PUMA) nació en 2003 con 17 millones de dólares, producto de recursos de la condonación de la deuda externa, que debían ser invertidos en proyectos ambientales. Esta fundación, cuyo gerente nacional es Juan Carlos Chávez, ejecuta algo más de 100 proyectos con enfoque productivo en Bolivia con beneficio económico para las comunidades.

Además, tenía un mandato de que en 10 años debía invertir estos recursos y apalancar un fondo de 50 millones de dólares, pero bastaron sólo seis años para lograr estos recursos gracias a los acuerdos de cooperación con los Gobiernos de Holanda y de Suecia.

Así, en 2009 nace el proyecto Baba Carapa con un presupuesto de 22 millones de dólares provenientes de tres fuentes: 8 millones de Holanda, la misma cantidad de Suecia y el saldo restante por parte de PUMA.

Este programa debía ser implementado por un brazo descentralizado técnica y administrativamente: Puma Fondo Ambiental deberá ir cerrando este año.

NÚMEROS

El programa Baba Carapa y sus componentes de Forestería Comunitaria y Confor, además de otros tres componentes complementarios, han significado una oportunidad de oro para las más de 100 familias beneficiarias de Pando.

Por eso, tras la capacitación viene la explotación, la tala selectiva de árboles por los mismos comunarios (Confor les alquila la maquinaria) y la madera es comprada por el mismo Confor a precios de mercado, para evitar la especulación por parte de los madereros.

Este proceso fue acompañado con la implementación de una pizarra digital de valores, un sistema que marcará los precios de los distintos tipos de madera de forma uniforme en las poblaciones. Por supuesto, estas ideas trajeron algunas polémicas con las cámaras forestales, pero al final la idea fue muy aplaudida.

Como quiera que los comunarios proveen de madera al Confor, las utilidades también deben repartirse de forma proporcional.

Para ello, el siguiente desafío es consolidar mercados y convertirse en una empresa autosostenible.

OTROS PROYECTOS

El programa Baba Carapa nació con su componente mayoritariamente maderable, pero también cuenta con otros proyectos no maderables, que pueden ir ganando notoriedad.

Algunas comunidades vinculadas a la Fundación Puma trabajan eminentemente con castaña, y a ellos se les otorga asistencia técnica para cultivos, gestión y comercialización.

La Fundación PUMA “madre” cerrará gestión este año y transferirá 25 proyectos, a PUMA Fondo Ambiental en los que toma parte protagónica la castaña.

Por ello, se proyecta que los Confor puedan ampliarse para atender también los proyectos de castaña, cacao y miel, pero para ello hace falta financiamiento.

Sin embargo, destaca la cooperación a Coinacapa (la Cooperativa de Castaña Pando), a la que se le dio recursos y asistencia técnica en un programa de cinco años.

En un encuentro del lunes pasado con la delegación sueca, los cooperativistas (comunarios del lugar) expresaron su interés de tener más ayuda. La delegación les dio muchas esperanzas aunque dejó en claro que la decisión final dependía de su Gobierno.

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