La intensa sequía que soporta el altiplano paceño provocó que en el último mes el nivel de las aguas del lago Titicaca descienda en 4,5 metros, según un reporte del Viceministerio de Defensa Civil.
Luego de dar la información —emanada de un estudio de hidrografía de la Fuerza Naval—, el viceministro del área, Hernán Tuco, señaló que “la falta de lluvias es alarmante y ojalá se cumpla la previsión del Senamhi de que éstas empiecen la segunda quincena de este mes”.
“La ausencia de precipitaciones pluviales —agregó la autoridad— y el intenso calor (desde hace dos semanas la temperatura en el lugar promedia los 18 grados centígrados) ponen en riesgo a la biodiversidad acuática, en especial el suche, el carachi y la trucha, y a la rica vegetación”.
El lago Titicaca está ubicado entre la provincia peruana de Puno y el departamento boliviano de La Paz, a 3.810 metros sobre el nivel del mar. Tiene 204 kilómetros de largo por 65 de ancho, un aproximado de 8.562 kilómetros cuadrados, de los que 4.772 pertenecen a Perú y 3.790 a Bolivia.
Félix Trujillo, director del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), señaló que la situación del lago “está cerca de alcanzar el récord histórico que se dio en 1943 cuando la baja de la altura del agua fue de cinco metros”.
En contrapartida, sostuvo que el mayor nivel se dio en 1986, cuando subió en un promedio de un metro, debido al exceso de lluvias a causa del fenómeno de El Niño. El especialista añadió que “debido a la situación climática que estamos atravesando, la tendencia es que las aguas del Titicaca sigan bajando”.
Según especialistas del Consejo Nacional para la Reducción de Riesgos y Atención de Emergencias y Desastres (Conarade), el lago sagrado posee una profundidad máxima de 283 metros (en el sector más hondo), y una mínima de alrededor de 45 metros (en la zona más baja).
Un descenso repentino y considerable del nivel del agua provocaría desequilibrios en la flora y fauna de la región, y afectaría a la pesca que es una de las principales fuentes de ingreso de decenas de comunidades paceñas.
De acuerdo con cálculos del Senamhi, debido al desequilibrio de la corriente, el fenómeno también puede provocar inundaciones de poblaciones ubicadas en la ribera y de las islas e islotes.
Un informe de la Autoridad Binacional del Lago Titicaca (ALT) —entidad conformada por representantes de Bolivia y Perú— indica que, además de decenas de variedades de peces y aves, y la rana gigante, conocida como rococo, el ecosistema de este recurso hídrico se compone por vegetación anfibia, sumergida y flotante, dividida en 12 variedades, las más importantes de las cuales son la totora, la yana llacho, la lenteja de agua y la purima. Éstas y otras especies de flora son utilizadas para la alimentación de humanos y ganado, y para la artesanía y elaboración de vestimenta.
La contaminación, otra de las amenazas del lago
Además del riesgo para la flora y fauna del Titicaca ocasionado por la falta de lluvias, el lago sufre desde hace varios años una intensa contaminación por aguas servidas y de desechos mineros.
Según un informe publicado por La Prensa en diciembre de 2008, la bahía de Cohana (Bolivia) y los alrededores de Puno (Perú) son las zonas más afectadas. La planta de Puchucollo solamente alcanza a tratar parcialmente el 45 por ciento de las aguas del alcantarillado de El Alto, el resto va a parar directamente al río Seco, que es afluente del río Katari, el que a su vez desemboca en la bahía de Cohana.
De acuerdo con denuncia recogida aquella vez por este medio, de parte del Movimiento por la Vida y el Titicaca, y los comunarios de la región, la contaminación alcanza además a las islas Quehuaya, Pariti y Suriqui, donde el agua ya no es potable y la pesca tiende a desaparecer.
La información fue confirmada por la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), que considera que “la tendencia es claramente a empeorar, ya que el volumen de aportes de aguas residuales aumenta a diario”.
Lidema sostiene que el vertido estimado de aguas residuales domésticas, industriales y mineras —provenientes, además de El Alto, de Laja y Viacha— es de tres a cinco millones de metros cúbicos por día o su equivalente de 3.000 a 5.000 millones de litros.
Una gran superficie del lago Menor —la parte más afectada en el lado boliviano— tiene profundidades menores a siete metros, lo que permite la acumulación de la contaminación ambiental, principalmente en sus bahías.
Los comunarios del zona lacustre, en su mayor parte artesanos que usan la totora como materia prima y comercian el producto de su pesca, efectuaron desde el año pasado reiterados pedidos de atención al Gobierno e incluso algunos amagos de movilizaciones que no prosperaron pese a que no hubo atención a las demandas.
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