Tomo eso y mi barriga se me hincha y me duele”, reclama Carolina Colque mientras señala la turbia agua que contiene su recipiente. “Huele feo y ni haciéndola hervir pierde ese olor”.
La anciana tiene 70 años, sufre de calambres en las extremidades y ya casi no ve, pero desde hace unos años un nuevo problema aqueja su cansado cuerpo: una constante inflamación estomacal.
Ese síntoma puede atribuirse —según explica la responsable del Programa “Bono Juana Azurduy de Padilla” del Gobierno Municipal de Toledo, Ivón Ramos— a la contaminación de las aguas con minerales pesados que provienen de las minas. “Desde hace tres años, en Chuquiña se detectaron más casos de afecciones en el estómago, renales y de la piel porque los comunarios consumen agua que no está tratada y que proviene de la empresa Inti Raymi”.
“El consumo de agua salada produce deshidratación, por el sodio que contiene, pero si no se provee del líquido al organismo éste tiende a colapsar o produce alteraciones en el sistema digestivo, como la colecistitis (inflamación de la pared de la vesícula biliar), porque en el lugar también se consume mucho colesterol (carne de cordero)”, continúa con la explicación.
Al respecto, el compendio Remediación ambiental minera Oruro-Potosí-La Paz da cuenta que la contaminación presenta dos factores en su tratamiento: las aguas ácidas y las que contienen metales pesados (cadmio, arsénico, plomo, mercurio y cianuro). La primera tiene impactos importantes sobre los ecosistemas y la segunda ocasiona efectos en la salud de la población y de los animales.
En los últimos cuatro años, en las poblaciones que se encuentran en la ribera del río Desaguadero se presentaron malestares como diarreas, dolores abdominales y otros, así como diarreas y cuadros de intoxicación en el ganado, y disminuyó su rendimiento (en especial de leche, que casi no se produjo en 2000). Eso dicen la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema) y el Centro de Ecología de Pueblos Andinos (CEPA) en el libro Evaluación de la calidad del agua, sedimentos y totora.
El texto explica que el ganado se contamina al beber las aguas y al comer los pastos de las praderas de inundación circundantes al río y los lagos (especialmente al Uru Uru). “El líquido representa, de cinco a nueve meses del año, la fuente de alimentación más importante en la región, por la cantidad, diversidad y mayor rendimiento de forraje que existe en comparación con las praderas de larga duración”.
El alcalde de Toledo, Martín Colque, afirma con énfasis que esa agua contaminada también produjo malformaciones y muerte de animales de la región. “El último fue un cordero que nació hace tres semanas sólo con una oreja y sin cabeza”.
“Una mañana aumentó el agua que viene del canal Comibol y mi ovejita, que estaba linda y grandota, corrió al río sedienta, tomó harta agua y volvió a su tropa saltando. Al otro día ya estaba respirando como cansada y ardía de fiebre; por eso tuve que matarla, y sus intestinos estaban duros y negros y olían mal”, recuerda Evarista Nicasio, de la comunidad Sora Chico.
Según la directora del Centro de Salud de Toledo, Elba Paravicini, el animal se intoxicó por el consumo de arsénico y mercurio, porque éstos afectan directamente la parte renal y la intestinal.
REGISTROS. Consultada sobre los parámetros que miden el grado de contaminación y sus efectos en la salud, la médica recuerda que desde 2009 el Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Oruro realiza inspecciones en el lugar.
En marzo de 2011 fueron recolectadas muestras de agua y sangre de 17 menores de cinco años de las comunidades de Villa Chuquiña, Toledo y Toma Toma. En los resultados se detectó la presencia del 30% de contaminación, es decir, del total cinco niños presentaban un cierto grado de arsénico y mercurio en la sangre.
Añade que hace dos meses se tomaron muestras del mismo número de adultos y que están a la espera de los resultados.
En el programa de salud también se efectuaron estudios de hipertensión y diabetes en la región. “Los resultados demostraron que alrededor del 30% a 37% de las personas tiende a tener problemas renales (infecciones urinarias)”, alerta Paravicini.
“No podría decir que las afecciones se atribuyen al consumo de agua contaminada; hay otros factores que se suman. Para obtener una información precisa estamos planificando hacer una investigación científica y más exhaustiva”, adelanta.
La Gobernación de Oruro desarrolla periódicas inspecciones toxicológicas a través de muestras de aguas del sector. Los últimos resultados reflejaron daños ocasionados por metales pesados en el medio ambiente y en los lagos Uru Uru y Poopó.
Denuncias, El secretario departamental de la Gobernación, Martín Mollo, informa que las denuncias de los comunarios afectados se atienden con un cronograma fijado sobre el Plan de Manejo Ambiental y el de Contingencias. “Una vez que la autoridad departamental o nacional verifica la queja, se inicia un proceso administrativo y se comunica al representante legal u operador minero la infracción ambiental que estaría produciéndose. El proceso termina con una resolución administrativa y una sanción que va desde una multa establecida en relación al tres por 1.000 del patrimonio declarado por la empresa, hasta la revocatoria de la licencia ambiental en caso de ser reincidente”.
“Las denuncias de malformaciones en animales en ningún momento son atribuidas a la contaminación minera, no porque no vaya a ser así, sino porque no hemos hecho un seguimiento minucioso”, aclara.
La Empresa Minera Inti Raymi SA insiste en que todas sus instalaciones fueron construidas bajo todas las medidas de control, para garantizar que el río Desaguadero no sea contaminado. “En la cuenca aguas arriba del lago Poopó hay innumerables minas abandonadas y activas situadas hacia el este. Muchas de ellas, al igual que en el pasado, continúan descargando aguas contaminadas de procesos metalúrgicos a los cursos de aguas superficiales en las quebradas que desembocan a los lagos Uru Uru y Poopó”, argumenta.
Informa que en su Declaración de Compromiso con la Salud y Seguridad, el Medio Ambiente y las Relaciones Externas y Comunitarias pone énfasis en la seguridad y la salud de sus 518 trabajadores regulares. “Para ello, contamos con el Departamento de Prevención de Riesgos, que se ocupa de hacer programas dirigidos a evitar accidentes y enfermedades ocupacionales (seguridad e higiene industrial)”. El sistema de salud se basa en la promoción, prevención, recuperación y rehabilitación de casos.
Anualmente se efectúan controles periódicos de salud para saber qué medidas de control se tomarán en cuenta de manera individual. Dichos exámenes sirven para valorar la presencia de contaminantes en el cuerpo. También existe un programa de Higiene Industrial, que cuantifica la cantidad de contaminación en el lugar de trabajo. “Todo es respaldado por mediciones que efectúa el Instituto Nacional de Salud Ocupacional (INSO)”, explica EMIRSA.
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