Los bosques cubren casi un tercio (31 %) de la superficie de la tierra, esto es un poco más de 4000 millones de hectáreas. Esta cifra equivale a la superficie combinada de Brasil, Canadá, China y Estados Unidos.
Pero los bosques no solo abarcan una enorme parte del planeta, sino también cumplen un papel fundamental en la regulación del clima y son críticos para abordar los impactos del cambio climático.
Se pronostica que los países en desarrollo serán los más afectados por las variaciones en los patrones climáticos. Las temperaturas más altas, los cambios en las precipitaciones, el aumento del nivel del mar y una mayor frecuencia de desastres relacionados con fenómenos meteorológicos (como huracanes, inundaciones e incendios forestales) están creando enormes desafíos para la agricultura, la producción de alimentos y el abastecimiento de agua.
Los debates internacionales y nacionales acerca de los bosques y el cambio climático se han centrado en gran medida en el valor de la reducción de las emisiones debidas a la deforestación y la degradación forestal (REDD+) y la conservación de las existencias de carbono. Básicamente, las estrategias de REDD+ apuntan a modificar las estructuras de incentivos en favor de la protección de los bosques.
Un aspecto menos obvio, pero igualmente importante, es la función que desempeñan los bosques en el aumento de la resiliencia del paisaje frente al cambio climático. Los bosques y árboles proporcionan servicios ambientales, que abarcan desde el aumento de la cantidad y la calidad del agua a la reducción de la erosión del suelo y la creación de microclimas que mantienen (o en algunos casos mejoran) la productividad.
La gestión sostenible de los bosques también puede fortalecer la resiliencia social al proporcionar diversas fuentes de ingreso y suministro de productos y al fortalecer la capacidad de las instituciones nacionales y locales.
El Banco Mundial apoya los esfuerzos de los países destinados a aprovechar el potencial de los bosques para reducir la pobreza, integrarlos mejor en sus economías, y proteger y fortalecer la función ambiental que estos cumplen a nivel local y mundial.
En China, por ejemplo, a través del Proyecto de Reforestación Ecológica de Shandong (i) se plantaron árboles en 66 915 hectáreas de laderas montañosas áridas y salinas costeras, con lo que se aumentó la cubierta forestal, se redujo la erosión del suelo y se mejoró el medio ambiente y la biodiversidad. Gracias a los resultados positivos iniciales, el Gobierno ahora está ampliando los esfuerzos y ha plantado árboles y arbustos en 84 000 hectáreas adicionales, más allá de la zona original del proyecto.
En los seis años de duración del proyecto, ambas zonas secuestrarán en conjunto alrededor de 22 millones de toneladas métricas de CO2.
En México, una iniciativa (i) –que forma parte de un ambicioso programa sobre los bosques y el cambio climático— (i) contribuye a mejorar los medios de subsistencia de aproximadamente 4000 comunidades mediante la gestión sostenible de bienes y servicios forestales. Proyectos de pequeña escala, que han sido propuestos, preparados e implementados por comunidades y ejidos(terrenos comunales) tendrán acceso a asistencia financiera proveniente de un proyecto por un monto de USD 42 millones, financiado tanto por una donación como por un préstamo. Luis Zárate es miembro del personal administrativo de un aserradero industrial en el ejido de San Pedro el Alto, y esta iniciativa le ha reportado beneficios en sus medios de subsistencia y en términos de sostenibilidad a largo plazo. “Sabemos que cuidando a los bosques tendremos trabajo, y tendremos una fuente laboral por mucho más tiempo. Por eso es tan importante que los bosques sean gestionados de la manera más adecuada, y así no se agotarán”.
En Mozambique, donde la tasa anual de deforestación es de alrededor del 0,8 %, se pierden 295 000 hectáreas de bosques cada año. Con un nuevo proyecto por un monto de USD 47 millones se invierte en los medios de subsistencia de miles de pequeños y medianos propietarios de tierras, se aumenta la sostenibilidad de las actividades que pueden tener un impacto en los bosques –como la producción de madera y carbón y los cultivos— y, al mismo tiempo, se reduce la deforestación y las emisiones de gases de efecto invernadero.
La cartera de gestión integrada del paisaje y los bosques de Mozambique también apoya los esfuerzos REDD+ y la participación correspondiente de las comunidades locales y las organizaciones de la sociedad civil, así como la conservación de la biodiversidad y el desarrollo agrícola.
Estas iniciativas impulsadas por el país ayudan a avanzar en la dirección correcta para mantener el aumento de la temperatura mundial en el rango de los 2 grados centígrados y conservar los bosques, pero se necesitan más intervenciones. El compromiso y las medidas del sector privado en torno a la eliminación de la deforestación de las cadenas de suministro de productos básicos serán también cruciales para proteger los recursos forestales y reducir los riesgos para las empresas que dependen del abastecimiento de productos básicos.
Sin duda los bosques son esenciales para el futuro que todos queremos: para las personas, para las economías y para la salud de un planeta bajo presión debido al cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales. Si bien aún existen desafíos en cuanto a cómo se lograrán las metas climáticas y de desarrollo en las próximas décadas, estos países muestran que los bosques serán una parte fundamental de la solución.
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