miércoles, 28 de diciembre de 2016

Ciclo de lluvias se comprime; advierten decrecimiento de la productividad


CIFRAS

7.4 por ciento es la disminución de las precipitaciones pluviales, respecto del promedio histórico.

300 productos de la canasta familiar compra Bolivia a países vecinos, según datos del IBCE (2013).

El documento de análisis “Tras las huellas del Cambio Climático en Chuquisaca”, producido por miembros de la plataforma interinstitucional Grupo de Desarrollo Rural (G-DRU), alerta también que las escasas precipitaciones pluviales representan una amenaza por la desertificación.

La falta de agua en el país ha desnudado falencias medulares. Al margen de la imprevisión de los gobiernos que pudieron haber atacado este problema en las últimas décadas, el cambio climático está haciendo estragos en el mundo. En Chuquisaca, el ciclo de las lluvias ya no se distribuye desde septiembre hasta marzo, sino que se ha comprimido y ahora va de noviembre a marzo; en el chaco, peor, de diciembre a marzo.

Esta realidad lleva a la conclusión de que “la productividad seguirá decreciendo, especialmente en el caso de los cultivos a secano donde los productores cosecharán cada vez menor cantidad de volúmenes debido a las escasas precipitaciones”, según alerta el Grupo de Desarrollo Rural (G-DRU) en el documento titulado “Tras las huellas del Cambio Climático en Chuquisaca”, parte de una serie de análisis de los resultados del Censo 2012, así como de diferentes encuestas.

Por otra parte, se intensifican los procesos de desertificación, de acuerdo con el estudio de profesionales chuquisaqueños, expertos en distintas áreas y sin fines políticos, cuyo fin es contribuir al debate social y a las autoridades, que pueden tomarlo en cuenta si lo consideran oportuno. Esto último entendiendo que, en el objetivo de la gestión del desarrollo, “la reflexión y la opinión no tienen sentido sin incidencia pública”.

El G-DRU es una plataforma interinstitucional que este año comenzó un proceso reflexivo sobre la base de datos de fuentes oficiales, a los que sumó observaciones directas, a partir de las experiencias recogidas durante la implementación de programas y proyectos por parte de sus instituciones miembros.

Efectos del cambio climático

En dicho informe, al que accedió CAPITALES, se indica —entre otras preocupaciones— que “el cambio climático está influyendo definitivamente en la agricultura y esta, a su vez, coadyuva al cambio climático; en la seguridad alimentaria nutricional; y, también, en los presupuestos municipales y de inversión”.

“Las consecuencias positivas y negativas del cambio climático afectarán de distintas maneras a los sistemas agropecuarios y a las regiones, y tendrán efectos significativos sobre la producción de cultivos, los recursos hídricos y la distribución de las plagas y enfermedades”, apunta el estudio.

Existen distintos elementos que conforman el cambio climático: el incremento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera y de las temperaturas, los cambios en los patrones de precipitación y la frecuencia de eventos extremos. Entre los impactos del cambio de patrones de precipitación en Chuquisaca, menciona que “lamentablemente se intensifican los procesos de desertificación”, agrega.

“El Niño”

El documento del G-DRU, producido en esta oportunidad con los aportes de los ingenieros Susana Rengel, Juan Carlos Aguayo y Juan Pablo Álvarez, señala que “el fenómeno de El Niño es erráticamente cíclico, es decir, aparece sin una frecuencia determinada, en ciclos de tres a ocho años”.

Así, añade: “El Niño 2015-2016 se ubica junto a los de 1997-1998, 1982-1983, entre los más fuertes desde 1950. Se considera que una vez que pase el fenómeno de El Niño, se podrán atenuar los efectos del cambio climático”.

Aguayo, de la ONG Ayuda en Acción, explica que, de acuerdo con los antecedentes, hay un impacto consecutivo de dos años. “Ello significa que el periodo 2016 y 2017, en Sudamérica, especialmente en Chuquisaca, las lluvias tendrán corta duración pero serán de mayor intensidad. Estas lluvias son las que provocan perjuicios en los cultivos y en las áreas pobladas, generan deterioro en la infraestructura”.

Los climatólogos prevén que el mes de febrero será el que congregará la mayor cantidad de precipitaciones.

Las lluvias

Sobre la base del comportamiento climático monitoreado por el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI) a lo largo de 35 años (1975 - 2010), el documento, sobre la experiencia de trabajo de Ayuda en Acción, cita una histórica precipitación de 754 milímetros (mm) por año.

“En base a la información de los últimos cinco años (2010 - 2015) en los cuales el convenio 10-CO1-043 (de la mencionada ONG) ha desarrollado sus actividades, se observa una disminución en la precipitación pluvial de 7.4%, que equivale a 55,8 mm, respecto del promedio de la serie histórica, observándose que los meses de enero (138 mm) y febrero (147,1) son los de mayor precipitación”, especifica Aguayo.

En cuanto a la frecuencia de precipitación sobre la base de la serie histórica de 86,3 días/año, para el periodo de desarrollo del proyecto de Ayuda en Acción hubo una disminución de 9.1%, equivalente a la disminución en 7,3 días.

Baja la producción agrícola

“Se evidencia una disminución de la producción agrícola, principalmente de la papa”, advierte el ingeniero Juan Pablo Álvarez, docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad San Francisco Xavier, quien coordina el G-DRU y, en el presente estudio, se ocupa de analizar la situación de la seguridad alimentaria en Chuquisaca.

Dentro del acápite de “Disponibilidad”, por ejemplo, hace un repaso de los precios de la papa imilla de Ravelo en los últimos años, concluyendo que llegaron a un techo de 90 bolivianos por cada arroba.

Luego, con datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) de 2013, menciona que “el país compra 300 productos de la canasta familiar a países vecinos, entre ellos manzana, arroz, pescado, yuca, almidón de maíz, leche evaporada, frutas frescas, almendra con cáscara, peras, kiwi, tomates, lentejas, papa, por citar algunos”.

“Con relación al tomate, no se puede producir todo el año, siendo este uno de los casos en los que se hace necesario importar material genético y desarrollar trabajos serios de investigación”, agrega Álvarez.

Debido a una mayor producción interna, las importaciones de trigo en grano disminuyeron, pero las de harina de trigo aún se mantienen elevadas, según el IBCE.

En los primeros cinco meses de 2015, se compró del exterior un valor de 1,8 millones de dólares de trigo, pero este año, en similar periodo, 0,6 millones de dólares, es decir, un 69% menos.

La producción interna en el periodo 2014-2015 llegó a 365 mil toneladas y se cultivaron 210 mil hectáreas.

Las importaciones de harina de trigo entre enero y mayo de este año sumaron un valor de 31 millones de dólares, un 15% más que en similar periodo de 2015.

Para su estudio, Álvarez apela también a las variables de “Acceso”, “Utilización” y “Estabilidad”.

La crisis del agua y la pobreza

El Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, de 2015, explica que el estado de pobreza de un amplio porcentaje de la población mundial es, a la vez, un síntoma y una causa de la crisis del agua. El hecho de facilitar a los pobres un mejor acceso a un agua mejor gestionada puede contribuir a la erradicación de la pobreza, señala la ingeniera Susana Rengel Rojas, docente investigadora de la Universidad Andina Simón Bolívar, dentro del informe del G-DRU.

En nuestro caso, dice que “Bolivia enfrenta el reto de administrar el agua de modo responsable para asegurar un desarrollo sostenible, con varios Programas como Más Inversión para el Agua (MIAGUA), que busca reducir las brechas de acceso al agua y el riego en las poblaciones rurales, en cooperación con los 341 gobiernos municipales”.

Se ocupa, especialmente, de su ámbito. “El mayor reto de las entidades de formación académica técnica, tecnológica, universitaria de pregrado y posgrado, frente a la crisis del uso y manejo de los recursos naturales, es dar un giro de 360° —dar una mirada en retrospectiva a las buenas prácticas que nuestros antepasados realizaban y con resultados sostenibles—, frente a los estándares tecnológicos que incidieron en el uso irracional de los recursos no renovables”, enfatiza Rengel.

Recomienda en ese sentido que los abordajes de investigación y de interacción con las comunidades deben tener un enfoque de sustentabilidad endógeno, considerando al núcleo familiar como corresponsable del uso y manejo del agua.




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