Los balleneros compuestos por cuatro buques, regresaron en la mañana del jueves al puerto de Shimonosek, Suroeste de Japón, de donde habían partido a comienzos de diciembre.
De esta manera, Japón ha alcanzado la cuota de ejemplares de ballenas minke que tenía previsto cazar y que le permite la Comisión Ballenera Internacional: 333 cetáceos.
Dentro de este grupo se cuentan 103 machos y 230 hembras, de las cuales el 90% eran gestantes, de acuerdo a la información entregada por el Instituto de Investigación sobre Cetáceos de Japón.
CONTRA LAS REGLAS
Japón constantemente ha invocado objetivos científicos y esta nueva campaña de caza no ha sido la excepción. Sin embargo, es sabido que la carne de ballena tiene fines comerciales.
Alex Cornelissen, CEO de la organización Sea Shepherd Global, ha indicado en un comunicado que este hecho representa un desprecio a las regulaciones internacionales:
"Tan solo un año y medio después de que la CIJ, dictaminara la ilegalidad del programa ballenero japonés y unos meses después de que una corte federal australiana sancionara con un millón de dólares a los balleneros japoneses por matar ballenas ilegalmente dentro del Santuario de Ballenas australiano, el gobierno japonés ha autorizado otra matanza masiva de rorcuales aliblancos protegidos en el océano Austral. Este acto deshonesto es un flagrante desprecio de las regulaciones internacionales y la diplomacia y establece un peligroso precedente para todas las naciones que respetan el estado de derecho".
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