En las cartillas sobre educación ambiental elaboradas en la Campaña por la Calidad de Vida de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), se afirma que los árboles y plantas purifican el aire porque atrapan el dióxido de carbono, utilizan el carbono para fabricar sus nutrientes y liberan oxígeno que ellos no necesitan. Así contribuyen a mitigar ese fenómeno que se está dando y que causa desastres naturales.
Los árboles evitan los deslizamientos porque estabilizan los cerros y laderas evitando derrumbes y arrastres de materiales.
Otra de sus funciones es evitar inundaciones y desbordes de ríos, disminuyendo la velocidad la que el agua escurre por la superficie del suelo evitando que cause desastres en tierras bajas. Y con su follaje evitan que los suelos resequen excesivamente y se conviertan en desiertos. Protegen a las personas de los efectos de la sobre exposición a los rayos ultravioleta.
También alojan vida, evitan la erosión, aportan abono orgánico, recargan acuíferos, recuperan las aguas subterráneas, proveen medicina, sin fuente de cultura, dan alimentos y embellecen el paisaje.
Estos son los múltiples motivos por los que plantar un árbol es totalmente necesario e incluso debiera ser una obligación para la conservación del medio ambiente. Por eso se debe aprender a respetar los árboles tiernos, de modo que puedan crecer hasta el máximo de su potencial y evitar cortar los ejemplares adultos más sanos, gruesos y grandes para que sirvan como semilleros y se diseminen por la dispersión natural de las semillas.
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