Hasta ahora los plásticos biodegradables creados (sobre todo el ácido poliláctico, el PLA) no eran lo suficientemente resistentes para poder utilizarse como envases de líquidos como zumos, leche u agua, pues su resistencia térmica es baja y su permeabilidad muy alta. El nuevo tipo de plástico supera estos dos problemas básicos gracias a una serie de nanorefuerzos incluidos en la matriz del plástico y que mejora sus propiedades frente a los líquidos.
Este nuevo biomaterial está formado a base de nanoarcillas modificadas que hacen que el material sea más fuerte y resistente a la temperatura, reduciendo igualmente su permeabilidad a los gases.
Y todo ello sin perder su propiedad fundamental: sigue siendo perfectamente biodegradable, evitando el potencial daño al medio ambiente tras su utilización.
En el futuro, a pesar de la gente que inconscientemente tira las botellas en cualquier hábitat, éstas no permanecerán durante siglos destruyendo el medio ambiente gracias a este tipo de investigaciones.
Esta botella se elabora a través de la obtención de maíz al cual se le extrae el almidón y se separan los azúcares naturales, seguidamente, mediante un proceso de fermentación, separación y polimerización consiguen un “polylactide” plástico.
¿Qué son los bioplásticos? son fabricados a partir de recursos renovables de origen natural, como el almidón o la celulosa.
Para crear un bioplástico, los científicos buscan estructuras químicas que permitan la degradación del material por microorganismos, como hongos y bacterias.
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