jueves, 11 de mayo de 2017

La naturaleza también es víctima del exceso de ruido

La vida en las ciudades conlleva varios riesgos para nuestra salud, debido al acelerado y competitivo ritmo que marca nuestro día a día. Somos afectados constantemente por el exceso de contaminación, y una de sus principales manifestaciones es la gran cantidad de ruido que debemos soportar.

Lo peor de todo es que este problema no nos afecta sólo a nosotros. Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad del Estado de Colorado en Estados Unidos, la contaminación acústica afecta la vida de varias especies de flora y fauna y perturba los ecosistemas de las áreas protegidas.

De acuerdo a los resultados publicados en la revista Science, el 63 por ciento de las áreas naturales protegidas de Estados Unidos, registra ruidos de origen humano, que duplican el volumen de los sonidos de la naturaleza. En tanto, en el 21 por ciento de los parques, el nivel de ruido multiplica diez veces los niveles de los sonidos naturales.

Los investigadores consideran que el impacto de la contaminación acústica, sobre los ecosistemas se ha subestimado, y que ésta siempre se ha considerado como un problema netamente urbano, sin embargo se han demostrado los efectos negativos que provocan en el mundo natural, donde "altera la distribución y el comportamiento de especies clave, lo que puede tener efectos en cascada sobre la integridad de los ecosistemas".

Esta contaminación, reduce la capacidad de los animales de escuchar a sus depredadores acercarse, y también provoca interferencias en su apareamiento. Las plantas también pueden verse afectadas cuando se altera el comportamiento de los animales herbívoros que dispersan sus semillas.

Las fuentes de contaminación acústica más importantes son los aviones, las carreteras, las concentraciones residenciales y las actividades industriales y mineras. Pero los parques también se ven afectados por los visitantes que llegan diariamente, y con el ruido que provocan alteran la vida rutinaria de los distintos ecosistemas.

Debido a esto, muchas reservas han debido crear "zonas de silencio", donde se les pide a los turistas que disfruten de la naturaleza sin hacer ruido.

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