domingo, 28 de febrero de 2016

Desequilibrios aumentan riesgos en zonas andinas Bajos niveles de conservación amenazan existencia de bosques

Los bajos niveles de conservación están amenazando la existencia de la mitad de los bosques andinos y la otra está regularmente conservada con presiones, que de aumentar su intensidad pueden derivar también en un estado crítico a corto plazo. Solo algunos sectores de los Yungas aún mantienen ciertas formas de conservación, según la investigadora Claudia Rivadeneira Canedo.

Esta situación compromete la calidad del medioambiente, debido a que los bosques son importantes por su capacidad de almacenar carbono y proporcionar oxígeno, pero incluso esta función en la actualidad es relativa por cuanto la actividad económica en áreas naturales ha comprometido la vida de los árboles.

En su opinión, este problema es más preocupante en las regiones altas, como el Departamento de La Paz que, por su ubicación geográfica, precisa de áreas boscosas, para optimizar la provisión de oxígeno, tan necesaria para la vida en la altura.

Para Rivadeneira, las presiones más lacerantes que los bosques andinos deben soportar son la ampliación de la frontera agrícola, el sobrepastoreo, la extracción excesiva de madera, quemas y chaqueos.

De acuerdo con un estudio realizado por el Ministerio de Medio Ambiente, a través del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), en los últimos doce años se redujo la deforestación en el departamento de La Paz, por lo que mantiene como la tercera región con más hectáreas de bosque, después de Beni y Santa Cruz.

Según el estudio, las mayores áreas deforestadas se encuentran en los departamentos de Santa Cruz, Beni, Cochabamba y Tarija, y en menor medida en La Paz, Pando y Chuquisaca.

En el último años, las observación de los bosques y el monitoreo de la biodiversidad fueron del interés de los científicos. Los reportes, especialmente de la foresta amazónica, muestran la fragilidad y las presiones sobre esa biodiversidad, pero además dan resultados que los niveles de decisión política no pueden dejar pasar.

En los países andinos las “presiones generadas por la explotación económica se concentran en algunas cabeceras de macrocuencas, lo que significa un mayor riesgo para los bosques y también para los cuerpos de agua, en cuanto a calidad y cantidad”, dice el estudio “Deforestación en la amazonía (1970-2013)”, elaborado por investigadores de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) en nueve países de la cuenca amazónica.

FRAGILIDAD

Los bosques son importantes por su capacidad de almacenar carbono y proporcionar oxígeno, pero incluso esta función ahora es relativa, porque los árboles con esa capacidad están en una densidad de población reducida. Según científicos de la Red de Monitoreo Forestal (Rainfor), que publicaron este 2015 sus resultados, los bosques amazónicos albergan a unas 16 mil especies de árboles, aunque solamente 200 de ellas son capaces de almacenar carbono.

La bióloga e investigadora Luzmila Arroyo, señaló que la alta mortalidad de los árboles conlleva a la pérdida de capacidad de capturar el carbono de la atmósfera y, por tanto, de ser sumideros de carbono.

PRESIONES

Las principales presiones no solo para los bosques sino para los recursos naturales en general fueron identificadas en el Atlas Socioambiental de las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia, desarrollado por Fundación Amigos de la Naturaleza, sobre la base de mapas, datos estadísticos e información georreferenciada.

Las doce presiones (principales actividades humanas con impacto) son: la infraestructura vial; la infraestructura fluvial; los centros poblados; las hidroeléctricas y represas; los derechos forestales; los derechos mineros; las áreas hidrocarburíferas; las quemas e incendios forestales; la deforestación; el uso agropecuario; el cambio climático vinculado a la temperatura; y el cambio climático vinculado a la precipitación.

El Atlas estudia la situación de 76,9 millones de hectáreas, un 70% del territorio del país y zona de alta riqueza natural y potencial económico. Comprende las regiones de Amazonía, Chiquitanía y Chaco que oscilan entre los 100 y 800 metros de altitud, algunas serranías aisladas de la región boliviano-tucumana ubicadas a 1.000 metros y los Yungas ubicados entre los 1.000 y 4.200 metros de altitud.

Y si bien existe monitoreo y seguimiento de factores relacionados al medio ambiente, en otros aspectos los datos son escasos. Así sucede con la investigación ambientalista en el campo de la minería del oro y sus impactos ambientales y sociales, según un estado del arte hecho por Ricardo Calla Ortega para el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla) en “Medio ambiente y minería aurífera en la amazonia boliviana: Parálisis local de una investigación científica urgente”.

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