sábado, 13 de febrero de 2016

Ajayu, el jukumari que lucha por sobrevivir a la crueldad humana

Los días para Ajayu se han tornado oscuros. El oso jukumari, de cerca de cuatro años, perdió la visión luego de que los comunarios de Komer Kocha, ubicado en la provincia cochabambina de Tiraque, lo golpearan cruelmente con palos y piedras en la cabeza y el cuerpo hasta dejarlo agonizando. Justifican su ataque al oso porque éste habría intentado atacar a unos niños.

Han pasado dos semanas del incidente y la Secretaría de la Madre Tierra de la Gobernación de Cochabamba anunció un proceso a quienes maltrataron al oso. Mientras que la directora general de Biodiversidad y Áreas Protegidas, del Ministerio de Medio Ambiente, Teresa Pérez, indicó que visitaría el lugar de los hechos para realizar una investigación y reunirse con las autoridades de la zona. "Una vez recogida la información veremos qué acciones tomar”, dijo a Página Siete.

Ajayu, bautizado así por los veterinarios que lo cuidan porque les recuerda al espíritu del bosque, perdió el ojo derecho; tampoco puede ver con el izquierdo, debido a una fuerte hemorragia al fondo del globo ocular.

"De perder la vista se le aplicaría la eutanasia pues se cree que difícilmente podrá adaptarse nuevamente a su hábitat. De recuperar la visión, sería trasladado al refugio de animales silvestres Senda Verde, en los Yungas de La Paz”, se lee en una nota de la Alcaldía de La Paz.

En cautiverio

Cuando Ajayu llegó al zoológico paceño Vesty Pakos pesaba 25 kilos y, pese a estar sedado, emitía quejidos por el dolor. "Por su tamaño y peso pensamos que era un cachorro, pero luego de una rigurosa revisión de los veterinarios, llegamos a la conclusión de que es un oso adulto. Un oso de su edad debería pesar al menos 100 kilos”, explicó Andrea Morales, responsable del zoológico municipal, donde en la actualidad seis veterinarios cuidan al jukumari las 24 horas.

"Es imposible que lo hayan cazado hace dos semanas. Hay elementos que hacen pensar que este oso ha estado en cautiverio”, complementó Victoria Ossio, responsable de Senda Verde, quien quedó sin palabras cuando ayudó a levantar al oso para ponerlo en el quirófano. "Sus vértebras y sus costillas sobresalían”, relata.

Más impetuosa fue la indignación luego de que la bióloga boliviana Ximena Vélez, especialista en osos andinos, constatara que los dientes de Ajayu correspondían a un oso adulto. "Da la impresión que este oso ha estado en una jaula y era alimentado con huesos. Tiene los dientes en muy mal estado como si hubiera comido cosas muy duras y con mucho sarro. Ningún oso que está en su hábitat tiene esa dentadura. Nuestros osos tienen dientes en muy buen estado sin sarro porque la misma bromelia, que es su alimento principal, se encarga de limpiarlos”.

Ossio y el resto de los veterinarios consideran que Ajayu escapó del lugar donde lo tenían en cautiverio. En ese momento fue cuando los comunarios de Komer Kocha lo encontraron. "Es imposible que un oso que esté viviendo en vida silvestre pese 25 kilos y que en pleno verano haya salido de su hábitat en busca de comida. Es indispensable que se haga la investigación y se sancione a los responsables”.

La agonía de Ajayu

Ajayu llegó a La Paz el miércoles 27 de enero en la noche, sedado por los veterinarios de la Gobernación de Cochabamba. Cuando el efecto del calmante terminó, el oso comenzó a a emitir gruñidos de dolor.

"Tuvieron que pasar dos días para que lo pudiéramos sedar nuevamente. No comió casi una semana. Además, cuando intentamos entubarlo su laringe y tráquea estaban tan inflamadas que era imposible siquiera poder insertar el tubo”, comentó Ossio.

"Una vez sedado, Ajayu recibió suero con vitaminas, energizantes, antibióticos y antiinflamatorios para aliviar su dolor. El sábado, con un poco más de fuerzas, logró tomar agua con vitaminas y linaza con miel. Más tarde comió pan desmenuzado con miel”, explica Morales. "Este es otro de los elementos que nos hacen pensar que el oso estuvo en cautiverio, pues ningún oso silvestre recibe comida de los humanos, Ajayu sí está acostumbrado a recibir comida”, insistió Ossio.

El jukumari actualmente tiene una dieta de líquidos. No puede masticar porque tiene una fractura en el cigomático izquierdo inferior, es decir, en el hueso que está por debajo del ojo en la mejilla izquierda. Desde su llegada a La Paz, Ajayu ha tenido la atención de seis veterinarios pero también de médicos y oftalmólogos que han brindado su atención de forma gratuita. "Ellos han aconsejado esperar a que la hemorragia en el ojo izquierdo se reabsorba. Mientras está en cuarentena”, explica Morales.

Señales de esperanza

Cuando los veterinarios comenzaban a perder las esperanzas de una mejoría, Ajayu comenzó a tomar agua.

Luego empezó a aceptar batidos y hasta comió plátano. Se sigue quejando del dolor pero menos que la anterior semana. Su ojo izquierdo sigue sin recuperar la visión. "Por ahora queremos que recupere fuerzas”, dice Morales.

Además, la tomografía de Ajayu establece que no hay daño cerebral y que el nervio óptico del ojo izquierdo está sano. "Solo falta descartar que no haya desprendimiento de retina”, explica Morales.

Se cree que tampoco ha habido daños internos. "Su recuperación requiere de muchas vitaminas”, dice Ossio, esperanzada. Quienes quieran contribuir con insumos para su tratamiento pueden dirigirse al zoológico Vesty Pakos, ubicado en Mallasa. "Se requiere proteína en polvo, suero de leche y emulsión de Scott”.

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