domingo, 2 de junio de 2013

El Pilcomayo se seca 5 km por año y la pesca bajó un 92%

El río Pilcomayo tiene una gangrena que necesita ser extirpada para no perecer. Esa enfermedad, que hace que el agua se convierta en polvo en el extremo de la cuenca baja, fue la causa para que este recurso hídrico que es compartido por tres países, Bolivia, Argentina y Paraguay, retroceda en sus peores momentos cinco kilómetros por año y lastime mortalmente a la ancestral pesca del sábalo, que en poco más de una década cayó en un 92%.

Esta enfermedad, dicen los expertos, tiene sus orígenes naturales, pero la mano del hombre le viene apuñalando el corazón al río hasta convertirlo, a 260 km de Villa Montes, en suelo paraguayo y argentino, en tierra partida, en ruta de ganado, en montañas de sedimento que se acumula paulatinamente desde su cuna, que se encuentra en Oruro, supera los 1.500 metros de distancia y a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar.

Las redes vacías

En siete días de viaje por las venas del Pilcomayo, desde Esmeralda, el último rancho boliviano hasta llegar al bañado Quintana de Paraguay, solo se ha visto un sábalo de pocos centímetros. Antes eran abundantes en la zona.

En la ‘tierra’ de donde es oriunda la especie piscícola más cotizada de Bolivia, el sábalo es ahora un bien que no aparece, que se hace esperar por pescadores que meten sus redes al agua y que las sacan vacías, por más que las introduzcan diez, veinte o cuarenta veces.

En el viaje, organizado por la fundación Nativa y apoyados por cuatro miembros del SAR y amparados bajo el conocimiento científico de dos biólogos, se evidencia que Villa Montes ya no es el lugar donde hace años se concentraba la fuerte actividad piscícola. Los pescadores weenhayek tienen las caras largas y afuera de sus casuchas de hule levantadas en la playa del Pilcomayo, hacen cocer pollo en brasas tímidas porque la carne de pescado es un lujito que aún no se pueden dar.

Por lo menos 40.000 personas en el Gran Chaco boliviano han sido golpeadas por la crisis del Pilcomayo, dice Iván Arnold, el director de Nativa, y coinciden con él Roberto Choque, cabeza en Tarija del pueblo guaraní y Martha Sánchez, una de las líderes de los weenhayek en Villa Montes. Ella lamenta que aguas abajo, los wichis, una tribu argentina, también esté padeciendo, en silencio, el desplome de la pesca. Más de 12.000 indígenas de 120 comunidades de los tres países, son afectados.

Las estadísticas de la Gobernación de Tarija revelan una caótica realidad respecto a la extracción del sábalo. En 2001 hubo una pesca de 946 toneladas y en 2011 apenas se llegó a las 72. Es decir, 92% menos en poco más de una década. Las cifras del año pasado aún no han salido, pero Martha Sánchez recuerda que la pesca ha sido prácticamente nula y su gente, los weenhayek han ganado unos quintos haciendo trabajos de artesanía. Ella tiene 80 años y dice que la última década ha sido la peor de su vida, porque los sábalos ya no arriban en tropa como en las épocas doradas.

Los biólogos Jorge Sarmiento y Marcela Zamora, comprobaron científicamente que los peces que se crían en el bañado La Estrella de Argentina, con una extensión de 250.000 hectáreas (cuatro veces más grande que la nueva mancha urbana de Santa Cruz), ya no cruzan hacia el Pilcomayo porque no encuentran camino debido al sedimento y porque el mismo bañado, al no recibir agua del río, se está secando. Además, se sabe que Argentina construyó una carretera por un sector de La Estrella, lo que impide que los animales salgan para reproducirse en aguas bolivianas.

Iván Arnold, un tarijeño al que comparan con Indiana Jones por su apego a las aventuras en tierras lejanas, revela que según estudios que miden el ritmo de la cuenca, se sabe que el Pilcomayo retrocede en promedio cinco kilómetros por año. La prueba más fehaciente es que el bañado los Esteros de Patiño, en Paraguay, se secó y lo propio está pasando ahora con el bañado La Estrella de Argentina que también se alimentaba con aguas del Pilcomayo.

“Antes, el Pilcomayo, se conectaba directamente con el río Paraguay que está a 700 kilómetros de los bañados, pero ahora el Pilcomayo arrastra sedimento que termina tapándolo y, como no se le hace un dragado continuo, va perdiendo terreno”, ejemplifica Arnold, que mantiene la esperanza de que entre los tres países busquen una pronta solución a la agonía de este afluente que es la casa del sábalo y la fuente de alimento primario de los que viven en sus riberas.

La crisis pesquera ya golpea a los bosques nativos del Chaco

La falta de ingreso de agua hacia Argentina está afectando seriamente a los pescadores wichi y toba de Formosa (Argentina), disminuyendo su capacidad de independencia alimentaria. Esta situación crítica está dando oportunidad a los cortadores de madera para ofrecer trabajo de obraje, atentando contra la integridad de los bosques nativos de la región y provocando serios conflictos al interior de las organizaciones indígenas.

Así lo refleja la Fundacion Fungir en un informe que sirve de termómetro para evaluar la salud de este río que nace en Bolivia y que comparte aguas con Argentina y Paraguay.

El informe también pone en evidencia que en la zona de La Rinconada-El Solitario (Argentina) se comunicó que hay una importante acumulación de sedimentos (barro y vegetación) que fueron arrastrados hacia ese sector por las limpiezas y canalizaciones hechas en 2012 aguas arriba, en la zona de Patillo-La Esquina.

La falta de peces agudiza el interés de la caza por parte de los campesinos que solían pescar para fines alimenticios y no necesariamente comerciales. Al no haber pases, desenfundan sus armas de fuego y salen a cazar.

“En lo que va del año, yo ya tumbé más de 300 charatas (aves silvestres), dice un hombre paraguayo que vive en Pozo Hondo, un núcleo rural que se encuentra en Paraguay.

Otros tiempos

Antes todo era perfecto. El Pilcomayo, que nace en Oruro, bajaba por sus más de 2.000 km de recorrido y desembocaba sus aguas en el río Paraguay. En ese trajín, el ciclo de vida del sábalo no sufría contratiempos y las familias weenhayek los esperaban a la altura de Villa Montes para ‘cosecharlos’ con las manos, porque eran tantos los peces que incluso ‘volaban’ por el aire.

El Pilcomayo es uno de los ríos más importantes para el Gran Chaco Sudamericano que nace en la cordillera. Su nombre, de origen quechua, significa río de los pájaros y sus aguas fluyen hasta llegar a la gran planicie chaqueña en Argentina y Paraguay.

Análisis

La sobrepesca es otro grave problema
Jaime Sarmiento / Biólogo

Hay un problema múltiple en torno al Pilcomayo. El río siempre estuvo sometido a los ritmos hidrológicos. Si había buena inundación, dentro de tres años habrá buena pesca. Pero los procesos naturales suelen ser afectados por la mano del hombre. Hay gente que habla de la contaminación en las minas, otra que analiza el manejo hidrológico en la parte baja de la cuenca, refiriéndose a la construcción del proyecto Pantalón. También está la irregularidad del mantenimiento de los bañados en Argentina, que eran las áreas de cría más importante hasta hace unos años. Por los taponamientos a causa del sedimento que no se limpia constantemente, ahora el agua no llega a los bañados.

Antes de los canales del proyecto Pantalón, había comunicación entre los bañados y el río. Por eso, los peces podían emigrar hacia Bolivia para reproducirse.

La sobrepesca es otro de los problemas difíciles de tratar. Se ha pescado demasiado. A eso se suma que el río desplaza sedimento y su curso va retrocediendo paulatinamente. Después de una llegada del río se acumulan montañas de barro impresionante.

Típicamente el sábalo era considerado una especie migratoria que se reproducía en Bolivia. La fecundación es externa, los peces se juntan en el medio del río, es una ceremonia la que se da, una hembra con dos machos, un macho con dos hembras. En cada desove pueden expulsar 100.000 huevos. No se sabe cuántos nacen. En 20 horas se produce la eclosión de los huevos. Inmediatamente empiezan a bajar con la corriente a su favor.

En forma de larva bajan rumbo hacia los bañados, donde se crían y se convierten en adultos en aproximadamente tres años. Cuando están listos para reproducirse, si es que no tienen barreras, salen de los bañados hacia Bolivia.

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