martes, 15 de mayo de 2012

En Brasil hacen guitarras verdes

El barrio de Zumbi dos Palmares II se sitúa al este de Manaos, capital del estado brasileño de Amazonas. Antaño era considerado uno de los más pobres y violentos de esta metrópoli de 1,8 millones de habitantes, y aún hoy sigue siendo una región socialmente conflictiva. Pero allí también tiene su residencia el activista por el medio ambiente Rubens Gomes, más conocido como Rubao , el gran Rubens. Hace 14 años, Rubao ideó un proyecto que une la protección de la amenazada selva amazónica con la música, la artesanía y el compromiso social: el taller-escuela del Amazonas para la construcción de instrumentos de cuerda (OELA).

Allí, jóvenes de entre 16 y 21 años aprenden a hacer guitarras y, sobre todo, qué madera utilizar sin contribuir a la explotación abusiva de la selva. Los materiales usados tradicionalmente para la construcción de instrumentos -como la madera de abeto rojo, cedro o palisandro- son reemplazados por árboles autóctonos del Amazonas. Y lo más especial: “Nuestras guitarras tienen el sello FSC (Forest Stewardship Council), un certificado que demuestra la responsabilidad y cuidado del entorno”, explica Gomes, que antes de fundar el proyecto OELA a finales de 1997 daba clases en el centro de arte de la Universidad del Amazonas.

Numerosos artistas adquieren estas guitarras, no sólo por su contribución al mantenimiento del medio ambiente, sino también por su elevada calidad sonora. “Algunos instrumentos son auténticas obras maestras”, alabó Gomes. Milton Nascimento, Gilberto Gil o Lenine son algunos de los cantantes que tienen una de estas guitarras, aunque donde son más apreciadas es dentro del sector de la música clásica. La escuela recibe el material en forma de donaciones de empresas madereras que certifican la madera. Diariamente se fabrican tres guitarras.

Una guitarra básica, para la que principalmente se utilizan cuatro tipos de madera, cuesta 1.500 reales (unos 847 dólares). Hay también modelos especiales, con hasta 13 cuerdas, cuyo precio aumenta notablemente. “Fue extraño. Al principio, ofrecíamos las guitarras más baratas, pero luego constatamos que su valor límite está en torno a los 1.500 reales, pues de lo contrario la gente no aprecia su calidad”. Entre los distintivos de estas guitarras, mandolinas y banjos figura, además del sello FSC, la forma del cuello superior del instrumento, a la altura donde se tensan las cuerdas: representa la cúpula del teatro Amazonas, símbolo de Manaos.

“Los jóvenes reciben una formación de un año”, dice Renato Montalvao, de 28 años, maestro del taller. La escuela es un famoso punto de referencia, que en los últimos años recibió la visita, entre otros, del príncipe Carlos de Gales y Camila o el ex presidente de Brasil Luis Inacio Lula da Silva.

No obstante, a Rubao lo que más le interesa es el componente social. “Cuando llegué aquí, los jóvenes se mataban unos a otros. El Estado estaba prácticamente ausente. Drogas, alcohol, violencia. Todo esto sigue, pero la situación ha mejorado”, afirma.

Él cambió su confortable vivienda en el centro de Manaos por este polvorín social en el este de la ciudad. “Leía todos los días los titulares negativos en los periódicos. Eso me afectó profundamente y me impulsó a hacer algo”, cuenta. Se mudó a Zumbi, alquiló una casa, luego la compró y empezó a dar clases en este taller sin ánimo de lucro. Hoy, él y su proyecto forman parte del barrio, y muestran a los aprendices otro modo de relacionarse con el medio. “Muchos saben muy poco sobre la selva. Aquí, los jóvenes aprenden a apreciar su verdadero valor”.

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