miércoles, 23 de marzo de 2011

La historia de una bolsa de plástico

Anualmente circulan en todo el mundo entre 500 mil millones y un billón de bolsas plásticas. Cada unidad tarda en degradarse 1.000 años.

La historia de una bolsa de plástico nace en el Mercado Central de la ciudad de Tarija. Allí, un ama de casa realiza sus respectivas compras y al momento de adquirir pan, su “caserita” le facilita el producto dentro de una bolsa para transportarlo de manera más cómoda.Obviamente, la señora la acepta y es más, pide otros ejemplares para el resto de los alimentos que compró durante su recorrido en el centro de abasto.

La bolsa de plástico parecía feliz junto a sus compañeras, rumbo a su nuevo destino. Se sentía útil porque podía transportar el alimento para una familia chapaca. Mientras recorría y conocía las calles de Tarija podía ver otras de su especie, botadas en las aceras, pero no comprendía todavía porque estaban allí abandonadas.

Una vez que llegó a la casa fue puesta en el mesón de la cocina y desde allí pudo sentir el aroma de su nuevo hogar. Los niños la miraban ansiosamente, con curiosidad por saber qué es lo que había dentro. La bolsa de plástico se sentía admirada en esos momentos.

Durante el día estuvo en su lugar privilegiado. Sin embargo, esa misma noche la dejaron dentro de una caja junto a sus compañeras. Tal vez fueron puestas allí para ser reutilizadas en otra compra y sentirse útiles nuevamente.

Al día siguiente, apareció el padre de familia, abrió la caja de bolsas, vio cual era la más cómoda. Nuestra bolsa de plástico dijo: ¡Llévame a mí, yo soy la indicada! Y el padre la eligió. ¡Qué felicidad para la bolsa de plástico! Pero la puso dentro de una canasta al lado de la cocina. Todavía nuestra amiga no sabía cuál era su nuevo trabajo.

Llegó la familia a desayunar y al finalizar, todos los restos fueron puestos en la bolsa de plástico. Luego, mientras la madre cocinaba, dejaba en el interior de la bolsa todo lo que no servía, cáscaras de verduras y frutas, papeles, latas, entre otros. Luego del almuerzo, también la llenaron de residuos y servilletas. La bolsa se convirtió en un basurero.

Mientras transcurría la tarde, de la bolsa ya salía un mal olor. “¡No importa!”, dijo la bolsa, porque al final todavía se sentía útil. Sin embargo, al caer la tarde, la madre de familia la amarró y la dejó al pie de un árbol en la vereda de la calle.

La bolsa estaba apenada y desamparada. Gritaba: “¡auxilio! ¡ayúdenme! ¡estoy aquí abajo!”. Pero la gente pasaba por su lado sin darle importancia, por el contrario, se apartaban por el mal olor. Incluso hubo ciudadanos que reclamaron porque ensuciaba y generaba mala imagen en la ciudad.

De repente un can vagabundo se acercó y olía la bolsa para buscar alimentos. La bolsa fue rota, ya que en su interior había un hueso de pollo. Todos los productos estaban derramados por la calle, no había sido tan útil como esperaba. Es más, el perro agarró la bolsa y se lo llevó hasta las orillas del río Guadalquivir, en dónde tenía más tranquilidad para alimentarse, lejos del bullicio de las personas. Una vez que terminó de comer la dejó a orillas a la rivera del afluente.

La noche trajo una leve brisa y la bolsa deambulaba de aquí para allá, al compás de una triste melodía que se escuchaba y provenía de la ciudad. Después de varios días de estar abandonada, se quedó prendida a un sauce.

A la semana llegó una tormenta que hizo que caiga al suelo y sea arrastrada hasta llegar a las mismas aguas del río Guadalquivir. Luego quedó atrapada entre dos rocas en medio de algas e incluso hubo peces que murieron asfixiados al quedarse atrapados en su interior. Después de dos días, en vista que las aguas del río calmaron, la bolsa quedó en medio de las rocas a la espera de su larga degradación, que duraría mil años. “No lloren por mí, simplemente estoy muerta…”, gimió la bolsa de plástico.



(RECUADRO)



MIL AÑOS PARA QUE DESAPAREZCAN

La directora ejecutiva de la organización “VIVE”, Raquel Ruiz, dijo que a simple vista, una bolsa plástica resulta un elemento útil y práctico en nuestra vida diaria, pero las bolsas plásticas, con su gran ubicuidad, han invadido todos los rincones de la Tierra, las vemos en los parques públicos, en las calles y en el medio de toda la naturaleza, engarzadas en la rama de un árbol o en un cable de luz, flotando en el aire y vagando por los ríos, quebradas y lagos.

Lo más grave es que las bolsas de plástico, además, no sólo son problemáticas al final de su uso, sino también al inicio de su ciclo de vida, en su fabricación, generalmente se componen de polietileno o de polipropileno, fabricadas fundamentalmente a partir de petróleo y gas, y poseen una vida estimada de 1.000 años, antes de convertirse en pequeñas partículas tóxicas. Por lo que en el proceso de elaboración nuestras queridas bolsas emiten a la atmósfera una cantidad nada despreciable de toneladas de dióxido de carbono CO2 al año.

“Las bolsas son arrastradas hacia distintos lugares de nuestra Tierra donde las mismas encuentran su vía hacia los desagües, cañerías y vías fluviales que van a generar inundaciones por el bloqueo de alcantarillas. Las bolsas plásticas se fotodegradan con el pasar del tiempo, porque se descomponen en petropolímeros más pequeños y tóxicos que finalmente contaminarán el aire el agua y el suelo”, comentó.

El activista, Gonzalo Torres, señaló que las bolsas de plástico son contaminantes visuales y tienen su efecto en la imagen del medio ambiente porque es un producto que tarda en biodegradarse, ya que tarda siglos. Si una bolsa se queda en el agua puede asfixiar a los animales que queden atrapados allí.

“Lo mejor es intentar utilizar la menor cantidad de bolsas. Hay que ser cuidadosos y consientes para evitar botar las bolsas al medio ambiente. También hay que pagar a personas que recojan las bolsas y darle otros usos como materiales de cocina, es decir, empezar un sistema de reciclado”, afirmó.



(RECUADRO)



CAMPAÑAS CONTRA LAS BOLSAS DE PLÁSTICO

Según Wikipedia, la bolsa de plástico fue introducida en el mercado en la década de los 70’, y rápidamente se hicieron muy populares, especialmente por su distribución gratuita en supermercados y otras tiendas. También son una de las formas más comunes de acondicionamiento de la basura doméstica y, a través de su decoración con los símbolos de las marcas, constituyen una forma barata de publicidad para las tiendas que las distribuyen.

Durante los dos últimos años, tanto en la ciudad de Tarija como en otras partes del mundo, iniciaron campañas para evitar el uso de las bolsas de plástico, en vista de que generan contaminación en las calles, ríos, áreas verdes y jardines. Anualmente circulan en todo el mundo entre 500 mil millones y un billón de estos objetos. Cada unidad tarda en degradarse aproximadamente mil años.

Las partículas microscópicas pueden entrar a formar parte de la cadena alimenticia sobre la vida silvestre y eso puede ser catastrófico. La directora de Vida Verde dijo que la envergadura del problema está haciendo que poco a poco proliferen iniciativas para reducir o eliminar el consumo de bolsas de plástico.

Es por ello la importancia de proponer la realización de campañas. Por ejemplo, “Desembolsemos Bolivia”, que se realizará este sábado 26 de marzo en el parque Bolívar, con el objetivo de desincentivar el uso de bolsas plásticas y promoviendo el uso de bolsas ecológicas. La idea es intercambiar 10 bolsas plásticas usadas por una ecológica (bolsas hechas de material biodegradable) por lo que una bolsa plástica menos hace la diferencia.

Una bolsa de plástico cuesta entre 50 a 80 centavos, mientras el bolsón de papel generará más gasto porque tendrá un valor de 15 bolivianos, sin embargo, la ventaja es que podrá ser utilizado varias veces. Eso convendrá más al ciudadano y, sobre todo, al medio ambiente.

EL NACIONAL también realizó dos campañas para recoger bolsas plásticas en el lago San Jacinto y en el río Guadalquivir.

De la misma manera, hubo una campaña el anterior sábado de Soboce, en la cual se logró recolectar cinco toneladas de bolsas de plástico, que fueron intercambiadas por 20 mil bolsas de tela o lienzo.

Asimismo, hay una ordenanza municipal en la ciudad de Tarija que fue promovida por la ex concejala Ana Sorich, para reducir, sustituir y eliminar el uso de bolsas plásticas en la provincia Cercado. La intención es proteger el medio ambiente de estos productos que dañan la naturaleza por sus altos componentes químicos.

La ordenanza estipula que el Ejecutivo Municipal, a través de la Unidad de Medio Ambiente, será el encargado de diseñar y ejecutar planes, programas y políticas integrales ambientales tendientes a disminuir de manera progresiva el uso de bolsas plásticas hasta el 2012.

“Las bolsas plásticas se fotodegradan con el pasar del tiempo, porque se descomponen en petropolímeros más pequeños y tóxicos que finalmente contaminarán el aire el agua y el suelo”.

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