sábado, 11 de diciembre de 2010

Bolivia terminó aislada en la Cumbre de Cancún

La postura del país fragmentó a los países de América Latina, que asumieron los acuerdos de Cancún para avanzar en la lucha contra el calentamiento global, aunque algunos de ellos prometieron no dejar solos a los bolivianos.


"Nunca nos imaginamos un escenario en el que un país que amamos tanto no se sintiera cómodo. Entendemos las razones, muchas de ellas las apoyamos. (El acuerdo final) no es ambicioso", dijo Claudia Salerno, la negociadora jefe de Venezuela para Cambio Climático.


Bolivia comenzó la cumbre con los mensajes más duros, dirigidos por su embajador ante la ONU, Pablo Solón, que exigió una segunda fase del Protocolo de Kioto y que la temperatura del planeta no subiera más de 1 grado centígrado en el presente siglo, la mitad de lo acordado en Cancún y Copenhague.


Aunque el texto final no recogió todas sus peticiones, como la de crear una Corte Internacional de Justicia Climática, sí logró que se tuviera en cuenta a las comunidades indígenas en las acciones que las afecten relacionadas con el calentamiento global.


La negociadora venezolana celebró el acuerdo pero admitió que ellos salían con un "sinsabor" de Cancún porque un acuerdo que iba a ser de todos al final fue adoptado sin Bolivia, que cuestionó tanto la sustancia como el procedimiento de la Cumbre.
"Nosotros, que fuimos, de alguna manera, ignorados en Copenhague, trabajamos muy arduamente este año por que el acuerdo nos tuviera a todos", indicó la venezolana.


Pese a que todo el mundo salía, a su juicio, "un poco incómodo" porque los países tuvieron que hacer concesiones y ser flexibles en las negociaciones, cree que "el balance general (...) es positivo".


En particular se congratuló por la creación del Fondo Verde Climático (GCF), de un mecanismo para transferir tecnologías y otro para proteger los bosques y evitar su degradación (REDD).


Salerno trazó ya una línea de trabajo para el futuro que muchos otros comparten: "Tenemos que seguir trabajando hasta que Durban sea el acuerdo de todos".


A diferencia de lo que sucedió hace un año en Copenhague, esta vez la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (ALBA) no se alineó con Bolivia a pesar de la gravedad de las acusaciones de ese país.


Nicaragua se sumó a la postura propugnada por este grupo de apoyar un segundo periodo del Protocolo de Kioto, que fue aplazada.
En declaraciones a Efe, el negociador cubano Orlando Rey se mostró satisfecho con el acuerdo final y dijo que permitía "recobrar la confianza, el valor del multilateralismo y el basamento para empeños superiores" en materia climática.


El director de Planificación Estratégica de la secretaría de Medio Ambiente de Paraguay, Rodrigo Mussi, declaró que había justicia tras las reclamaciones de Bolivia y que se deberá contar con ellos.


"No hay que dejarles de lado porque realmente a nivel de Suramérica Bolivia es la locomotora en cuanto a cambio climático", apuntó.
Críticos con Bolivia fueron otros países de la región, como Colombia y Guatemala.


Guatemala consideró que no se podía perder la oportunidad que ofrecía el documento finalmente adoptado, considerado un "primer paso" para "un largo viaje" en busca de un mejor marco para luchar contra las emisiones de gases causantes del efecto invernadero (GEI).
La Alta Consejera Presidencial para Cambio Climático de Colombia, Sandra Bessudo, valoró también el documento final y dijo que arrojaba "una luz positiva" por sí mismo en el proceso de mejorar la manera en que se combate el calentamiento global.


Los dos líderes regionales, Brasil y México, tuvieron un papel fundamental en Cancún, el primero al desbloquear un acuerdo hacia una segunda fase del Protocolo de Kioto antes de que termine la primera en 2012, y México, por los elogios de la mayoría de los países por el manejo transparente e incluyente de las negociaciones.

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